Cerró los ojos, luego abrió una rendija fina. Lo único que fue capaz de ver fue el suelo que alimentaba las plantas. La tierra que antes fue café, estaba teñida de un color carmesí. Como si hubiera sido mezclada con algún colorante. El color era uniforme, no había ni una mancha que arruinara la apariencia.
-Bien, supongo que las flores no son de tu agrado - suspiró - es muy difícil encontrar algo que te guste - separó las manos y levantó una - adelante.
El hombre siguió caminando. La fuerza en la cabeza de María se acabó; en consecuencia, la dejó colgar como si fuera un cuerpo sin vida. Había muchas cosas en su mente; de tal manera que no se preocupó por su situación. Ingresó al pasillo con luz tenue, luego, entró a una habi