-Rápido, no se queden atrás.
Aún tosiendo, sujetó la mano de Lucía; mientras Juan tomó la de Daniel. La puerta se abrió, María tragó todo lo que pudo. Obligó a su estómago a retener la sangre. Salieron, luego esperaron un momento a que Juan echara cerrojo y guardara la llave en su bolsillo. No había rastro de gente por ninguno de los extremos.
-Hay un lugar que todavía no hemos revisado - Juan hizo un ademán con la barbilla, hacia la única ventana que iluminaba el pasillo. Enseguida, jaló al niño, llevándolo con él.
Cruzaron la esquina y siguieron el camino conocido para María - Aquí sólo están las habitaciones. Yo ya he revisado todas.
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