El Concilio de los Nobles
La abolición del sistema de sacrificios por sorteo y la purga de los funcionarios corruptos habían enviado ondas de choque por todo el reino. El pueblo, antes oprimido, sentía una nueva esperanza. La nobleza, por el contrario, se agitaba, susurrando conspiraciones y maquinando la caída de la "Reina Plebeya".
En la sala del trono, Kaida, con el códice de las visiones en sus manos, se enfrentaba a su siguiente desafío: unificar el reino. Conan, Orlo y Gonzalo, sus pilares, la observaban con rostros tensos.
—Mi Reina, la nobleza está dividida —dijo Orlo, su voz grave—. Algunos se aferran al viejo orden, otros temen la ira del pueblo. Y muchos, aún esperan ver quién se alza con la victoria.
—Necesitamos su apoyo —dijo Kaida, su voz era un susurro, pero un susurro lleno de una fuerza inquebrantable—. No con la fuerza de las armas, sino con la fuerza de la verdad.
El plan de Kaida era audaz. Convocó un "Concilio de los Nobles" en el Gran Salón del Castillo, el mismo