Me sentía feliz por regresar a la oficina. Sabia que de cierto modo esto tranquilizaba a Aziel porque me tenía cerca y bajo su territorio.
Salimos de casa junto a nuestra pequeña y Armando quien se encargó de llevarnos hasta la compañía.
Cruzamos aquella puerta agarrados de manos, demostrando que estamos más unidos que nunca.
Aziel llevaba en su otra mano la carguera donde iba una Danae dormida plácidamente. Subimos al elevador juntos y al llegar a mi piso bajamos ambos.
Lucero al vernos sonríe ampliamente, se levanta y camina hacia nosotros sujetando la carguera.
—Estoy emocionada por trabajar junto a esta hermosura —Acaricia sus mejillas —. Finalmente no me sentiré aburrida aquí.
—Lucero, por favor cuídamelas.
—Así será Aziel.
—Estaré pendiente de ustedes mi cielo—Me da un casto beso —. Cualquier cosa no dudes en llamarme.
—Tranquilo, estaremos bien.
Deja un beso en mi cabeza y se marcha rumbo a los elevadores. Al cerrar sus puertas me giro y suspiro lista para volver a ret