Desperté con la tibieza de la luz dorada colándose entre los ventanales. La ciudad aún dormía bajo un cielo teñido de azul profundo y gris, y por un instante no supe dónde estaba. No fue hasta que giré ligeramente la cabeza y vi su silueta a mi lado, que la memoria de la noche anterior me abrazó con la misma intensidad que sus manos.
Aziel dormía boca arriba, con una expresión serena, casi infantil. La sábana cubría parte de su pecho, ese mismo pecho donde me acurruqué después de entregarnos como si el mundo exterior no existiera. Su respiración era pausada, acompasada, y ver su rostro tan cerca me hizo sentir una paz que no sabía que necesitaba.
Me moví con cuidado, intentando no despertarlo, mientras el eco de sus palabras seguía vibrando en mi interior: "Te has vuelto mi refugio, Ivanna."
Me senté al borde de la cama, dejando que mis pies tocaran la alfombra. El aire era fresco, y el silencio del penthouse parecía envolverlo todo. Me cubrí con la sábana mientras me acercaba a los v