Melissa, Virginia y yo fuimos al centro comercial para encontrarnos con Taís y Sam, quien nos avisó que la tienda donde trabajaba había recibido varios vestidos hermosos. Así que quedamos en encontrarnos, ver los vestidos y comer algo.
— ¡Chicas! ¡Qué bueno que llegaron! —Samantha nos atendió con una enorme sonrisa en el rostro.
— ¡Ay, chica, ya estaba loca por venir aquí, porque esos vestidos que usaron el sábado eran espectaculares! —Virginia habló con su entusiasmo de siempre.
— Sam, necesitamos vestiditos indecentes para castigar a nuestros hombres —añadió Taís haciéndonos reír.
— Ya les separé unos modelitos maravillosos y zapatos que combinan —Samantha estaba muy emocionada.
— Bien podrías compartir las clientas, ¿eh, Samantha? —Oímos a una mujer hablar desde la caja.
— No, no puedo, Cibele —Samantha respondió impaciente. Cibele era la cajera de la tienda y Sam había encontrado a su ex novio con ella.
— Y todas queremos ser atendidas por Samantha, no por otra persona —dijo