Salí de la oficina sin poder creer lo que había sucedido, pero había sido demasiado bueno.
Decidí tomar un taxi para llegar más rápido a casa y ver a mi hijo. Cuando llegué, él vino todo sonriente hacia mí, con su vocecita medio gangosa gritando "¡Mamá!" con alegría. Mi hijo me llenaba el corazón de amor.
Melissa aún no había llegado. Conversé un poco con Lygia, ella era realmente maravillosa, ya había dejado todo listo, incluso la cena, y Pedrinho ya había tomado sus medicamentos.
—Lygia, ni sé cómo agradecerte —dije con sinceridad.
—No hay nada que agradecer, Cata. Tu hijo es el niño más adorable que he cuidado en mi vida. No causa problemas ni siquiera estando resfriado. Además, cuando la doña Inês me llamó diciendo que necesitaba que cuidara a su nietito, me puse muy feliz. Me siento muy sola en casa.
Sonreí con lo que ella dijo. La madre de mi amiga realmente consideraba a mi hijo como un nieto y se había preocupado de que estuviera bien cuidado mientras trabajábamos.
—La do