UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 46. Una ayuda inesperada
UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 46. Una ayuda inesperada
Sari todavía se sentía un poco débil, aunque tratara de disimularlo. Cada movimiento era una señal silenciosa del cansancio que arrastraba desde hacía semanas, y aunque su mente ya quería levantarse y moverse por los pasillos, su cuerpo no cooperaba del todo. Iván insistía en que descansara, en que no hiciera nada más que recuperar fuerzas, y ella, por una vez, le hizo caso.
Se habían instalado los dos en aquella habitación espaciosa, cálida, con paredes de piedra clara que reflejaban la luz del sol como si el día se estirara por dentro. Las cortinas eran gruesas pero suaves, el colchón mullido y con sábanas que olían a lavanda. Una manta tejida a mano la cubría hasta la cintura, y entre las manos sostenía uno de los tantos libros que Iván le había llevado.
Él entraba y salía durante el día. A veces con el ceño fruncido, otras con una expresión sombría. Tenía que resolver mil asuntos, sobre todo ahora que medio mundo seguía creye