UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 16. Un acto de observación
UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 16. Un acto de observación
Sari se inclinó sobre la mesa con un suspiro apenas audible. Apoyó las palmas en la madera lisa, como si el mueble fuera lo único que le quedara para sostenerse. Su espalda formó un arco natural, su cuerpo quedó expuesto de una manera que, incluso para ella, parecía demasiado sugerente.
No era exactamente que se sintiera cómoda, pero tampoco estaba en posición de resistirse. Lo hacía porque él se lo había ordenado, y porque ella había dicho que obedecería.
No le faltaba ni un centímetro de ropa, y él no la tocó de forma inapropiada… o algo así. Solo sintió su mano grande y firme sobre la nuca, con una suavidad que no coincidía con la escena, y la empujó lentamente hacia abajo, hasta que sus pechos tocaron la fría superficie de la mesa.
—Así me gusta —murmuró con voz baja, casi como si estuviera hablando para sí mismo—. No te muevas.
Sari sintió un cosquilleo recorrerle la espalda. No era miedo exactamente, pero sí una mezcla in