Constanza
A pesar de lo absurdo de mi petición, los dos aceptan dormir conmigo. Por momentos me abrazo a mi esposo, pero por otros me giro hacia Cillian y le dedico sonrisas que solo él y yo podemos entender. Es todo tan irreal que apenas logro creerlo.
Al girarme hacia Damon de nuevo, aterrizo en una realidad hermosa, una en la que no me importa ser una persona inmoral. Todo empezó como un juego, como una forma de sacar a mi hermano de la cárcel, pero ahora no concibo mi vida sin él, sin el hijo que tendremos.
—No puedo dormir —le susurro—. Estoy tan emocionada que me resulta imposible.
—Al fin estás junto a mí —murmura contra mis labios.
Cillian me abraza por la espalda, mientras que yo acaricio el pecho de Damon. Este pequeño hueco entre sus cuerpos es mi lugar definitivo, donde viviría y moriría felizmente.
—Sí, mi amor —contesto feliz.
Minutos después logro concebir el sueño. Las caricias de Cillian y el aroma de Damon son como un cóctel maravilloso que me transporta a un pacífic