Cillian

El personal no tarda en aparecer en el baño al escuchar mis gritos, que no puedo contener. Constanza nunca se había desmayado, ni siquiera se había mareado. ¿Cómo puede tener estos síntomas y no estar embarazada?

—¿Qué es lo que estás haciendo aquí? —me pregunta mi madre al entrar y ver que la tengo en brazos—. ¿Qué le hiciste a Constanza?

—No le hice nada, se desmayó —respondo con voz rota mientras la llevo afuera.

—No te creo, Cillian. Por algo estabas dentro en el baño —me dice Ferney, pero la ignoro y sigo avanzando.

El cuerpo de Constanza siempre ha sido liviano, pero ahora parece que solo cargo aire. Está pálida, inmóvil, y ni siquiera sé si respira.

—Tienes que despertar, por favor —le ruego—. Por favor, nena, por favor.

Mi abuela y mi cuñada me persiguen, pero no logran llegar a tiempo para impedir que me la lleve.

—Despierta, mi amor, despierta, por favor —le susurro mientras la acomodo en el asiento—. Constanza, por favor…

Pero pasan los segundos y ella sigue inconsci