Constanza
Cillian ha tenido que aceptar, a regañadientes, que por ahora esta es la única forma de que podamos seguir viéndonos en el departamento. Aunque sé lo arriesgado que es, simplemente no creo que pueda detenerme. Por más satisfecha que me deje Damon —sobre todo últimamente—, mi cuerpo sigue necesitando estar con su tío.
Es enfermizo, asqueroso, algo que jamás me hubiera planteado hacer en mi vida de no ser por esta situación, pero ya se me salió de las manos. No importa cuánto me denigre; solo quiero disfrutar de lo que nunca pude cuando fui esa chiquilla ingenua que hacía todo por él.
«Maldito seas, Cillian Davenport», pienso con rabia, pero al mismo tiempo con mucha satisfacción. Saber que los papeles se invirtieron y que ahora él haría lo que fuera por estar conmigo compensa, en parte, todo lo que me hizo sufrir.
Esa Constanza del pasado estaría bastante orgullosa de mí.
A medida que pasan los minutos, mis párpados comienzan a pesar. Las luces tenues de la ciudad y el suave v