“Héctor”
Después de todo el estrés de los últimos días, sobre todo por todo lo sucedido el día anterior, despertar con mi diosa en brazos, durmiendo plácidamente, fue un bálsamo para todo el cansancio y el miedo que sentía.
La luz del sol se filtraba sutilmente por una rendija de la cortina del dormitorio. No podía dejar de admirar lo hermosa que era Samantha, cómo su piel brillaba al sol, como si pequeños puntos de luz brillaran. Mis dedos trazaban círculos sobre su piel sedosa y aterciopelada.
Dormía plácidamente con la cabeza sobre mi pecho, una pierna sobre la mía y un brazo alrededor de mi cintura. Su boca, como una fresa madura lista para ser recogida, estaba entreabierta, y sus largas pestañas negras adornaban sus ojos cerrados. Su cabello rizado se extendía entre nosotros y sobre la cama. ¡Samantha es hermosa!
Pero era más que eso. Samantha es una mujer fuerte y decidida que ama incondicionalmente y sin preocupaciones. Se entrega por completo a quienes ama y ni siquiera piensa