Me asombró el placer que Alessandro sentía en mi boca. Chupé y lamí toda su polla hasta dejarla limpia. Me pasé la lengua por los labios. Alessandro me miró como si estuviera borracho, con una hermosa sonrisa. Me pasó el pulgar por la mejilla y me abrazó, susurrándome al oído:
—¡Eres maravillosa! ¡Delicioso! ¡Y tienes una boquita muy tragona! Pero ahora, te quiero tumbada en esta cama. —Me levantó y me colocó en la cama, recorriendo mi cuerpo con las manos, mirándome como si fuera una diosa.
Se echó encima de mí y empezó a besarme, rozando todo mi cuerpo con las manos. Llevó la mano a mi entrada y metió un dedo, entrando y saliendo lentamente, y metiendo el segundo.
—¡Joder, Catarina, estás empapada, lista para mí, no puedo resistirme! – Dijo con ojos brillantes y sentí su polla, que estaba semirrígida, endurecerse como el acero de nuevo. – Quiero follarte de muchas maneras, pero quiero hacerlo sin condón. ¿Puedo? – preguntó con ojos brillantes.
– Sí, puedes, confío en ti y tomo antic