Me desperté solo y escuché ruido en la cocina. Me levanté y encontré a mis hombrecitos en una animada conversación sobre la “nueva casa”. Alessandro y Pedro estaban sentados tomando café. Alessandro había preparado leche con chocolate y un sándwich de queso a la parrilla para Pedro, quien sonrió y masticaba mientras escuchaba hablar a su padre. También había una mesa bellamente puesta con fruta, jugo, yogur, pan, embutidos, huevos y galletas. Me apoyé en la puerta y observé mientras se vestían y se duchaban. ¿Dormí tanto? Ni siquiera sabía qué hora era.
- ¡Mami! – Pedro fue el primero que me vio y armó un alboroto.
- ¡Hijo, buenos días! –Caminé hacia mi chico y le di un beso en la frente. – Buenos días a ti también. – Me giré y le di un beso rápido a Alessandro.
- Buenos días mi ángel! Ven, haremos café, ¿no, Pedro?
- ¡Sí, papá! – Pedro estaba en su modo de felicidad matutina que nunca entendí de donde venía.
-No quería despertarte, estabas cansado. - Me senté y Alessandro me sirvió c