Cuando llegamos a casa, Pedro buscó una caja de bloques de construcción en su habitación y los extendió sobre la alfombra de la sala. Alessandro se sentó con él y pasaron la tarde jugando y viendo dibujos animados en la televisión.
Después de cenar, Pedro estaba exhausto. Durmió en el regazo de su padre, quien insistió en acostarlo. Al regresar a la sala, Alessandro me abrazó en el sofá.
-Mi ángel, necesitamos hablar. – suspiró Alessandro. – Hay tantas cosas que quiero saber. Pero también tengo algunas cosas que contarte. No sé por dónde empezar.
- Empecemos contándome algo sobre Nueva York. – pregunté sentándome frente a él.
- Era un viernes, el día que llegamos allí. Fuimos a un bar por la noche y apareció Liz. Estaba molesto y perdiendo la esperanza de que regresaras conmigo. Estabas saliendo con Levy. Así que fui al apartamento de Liz. Fue una estupidez, pero sólo ocurrió esa vez. – Alessandro cerró los ojos. – Y como dijiste, me quedé con ella, pero sólo pensé en ti.
- No diré qu