El tiempo pasaba lentamente, y ya solo faltan dos meses para que Hana de a luz. Los dolores en su cabeza aumentan cada día más pero ella trata de soportarlo.
La mansión permanece en una quietud engañosa a la hora de la cena. Las luces suaves iluminan las paredes impecables y los pasos de la ama de llaves resuenan desde la cocina. Hana, a pesar de su avanzado embarazo y el cáncer que se expande cada día, insiste en ayudar a preparar la comida. Su rostro luce cansado, pero su sonrisa es una máscara perfectamente colocada.
Jazmín cruza la sala con una planta en una maceta en las manos, sale al jardin para buscarle puesto porque se estaba marchitando dentro de la casa . Siente la mirada de Hana sobre ella al pasar de regreso y subir a su habitación, esa mirada que nunca logra descifrar del todo.
Imran, por su parte, no ha llegado aún, atrapado en una reunión que, según le dijo, es "imposible de posponer". La tensión entre los tres sigue latente, aunque las apariencias se han vuelto una co