2| El inicio de un final.

Pov's Isabel

—¡La emoción no me cabe en el pecho! Hoy cumplo 5 años de relación con Enrique y, ¡creo que me propondrá matrimonio! —le doy un sorbo a mi copa de champagne.

—Se nota, has estado toda la noche sonríente, con un brillo en los ojos.

Además de lo importante de este proyecto (que se ha realizado a la perfección), me hace mucha ilusión imaginar que mi novio de hace 5 años me propondrá matrimonio, o al menos eso espero, he estado dándole señales todo el mes. Pero si no lo hace, al menos me conformo con una celebración especial.

—Le dije que hoy trabajaría mucho y llegaría tarde, así le daba tiempo de preparar lo que sea que vaya a hacer. —Marta, mi amiga y colega de trabajo me sonríe de una forma extraña, como si amara verme ilusionada pero también me advirtiera que tuviera cuidado—. No me juzgues, por favor, tantos años juntos y ya quiero formalizar todo mucho más allá. Pensar en una familia, en un bonito hogar para compartir los dos, que tengamos una luna de miel solo para nosotros, todo eso deseo.

»Vivimos en un apartamento pequeño, me gustaría comprar una casa más grande para cuando tengamos hijos. —suspiro con anhelo.

—Ay, te veo muy ilusionada. Y no es por ser mala pero no vayas a esperar demasiado para luego salir desilusionada. Es raro que después de tanto tiempo él mismo no haya sacado el tema del matrimonio y hayas tenido que hacerlo tú.

—Sí estoy muy ilusionada lo admito, pero confío plenamente en él, Marta, lo amo y sé que él me ama a mí. Solo estoy esperando a que se acabe el evento, despedirme del señor Flecher y ver que todo esté bien organizado para poder irme a mi casa.

—Por cierto, este evento te quedó increíble. La decoración fue impecable e invitaste a las personas más adecuadas, como siempre haciendo un buen trabajo.

—Gracias. Me esforcé mucho por esto.

Doy una vista a mi alrededor, admirando todo armoniosamente para llenarme de orgullo propio.

Justo en ese momento Flecher se nos acerca lo que me da la noción de que todo está ya por culminar. Un beso y un abrazo que me ofrece junto a una felicitación por mi gran trabajo es suficiente para mí para ponerme en camino a mi departamento y ver lo que Enrique ha preparado para nosotros.

Cuando llego y aparco el auto todo se ve muy silencioso desde donde estoy. Nuestro apartamento queda en el tercer piso, subo por las escaleras y al llegar a la puerta tomo la manija de la puerta y lo aprieto por unos instantes, a la expectativa.

No se escucha nada adentro.

Abro la puerta y todo está a oscuras.

¿Quizás es una sorpresa?

Enciendo las luces pero todo está justo igual como lo dejé antes de irme.

Quizás la sorpresa está en la habitación o quizás me invitará a cenar y ahí me propondrá matrimonio.

La verdad no tengo idea de lo que planeó pero me tiene demasiado emocionada saber cómo será.

Escucho un ruido que proviene de la habitación como si algo chocara de otra cosa. Luego un gemido. Es la voz de Enrique. ¿Se habrá lastimado? Quizás preparando algo de la sorpresa.

Corro en dirección a la habitación y cuando estoy a punto de abrir la puerta otro gemido llega a mi oído, pero esta vez es uno femenino.

Me desconcierta totalmente.

¿Qué está pasando? ¿Por qué..? Tengo claro que no está solo, hay alguien más ahí.

Mi corazón comienza a martillear con fuerza contra mi pecho. ¿Podría ser que me esté..? No, no puede ser eso. Él... Él me había dicho que me amaba esa misma mañana. No, no podía... No podía ser. Pero... Entonces... No. Seguro que es algo de la sorpresa, que hay varias personas. Se... Se habrán hecho daño. Sí, eso debía de ser.

Respiro profundo llenándome de valor para abrir la puerta. Mi mano se aferra con fuerza a la manija de la puerta. El sudor hace que resbale un momento, pero logro agarrarlo con firmeza. Cojo aire un momento para llenarme de valor y abro la puerta.

Y me encuentro una escena que me rompe en pedazos.

Las lágrimas brotan sin control pero lo que más me invade es una ira devastadora.

Enrique está sobre una de mis amigas más íntimas teniendo relaciones con ella.

Los dedos de la piel me escuecen, la frente me palpita, siento un nudo en el pecho que me hace difícil respirar.

—¡Enrique! —grito furiosa todavía sin soltar la manija de la puerta, sintiendo que estoy viviendo una pesadilla.

¿Cómo esto puede ser posible? ¿Como él podría hacerme eso si esta mañana dijo que me amaba?

Los ojos de Enrique se abren a más no poder, Elsa, la que creí que era una buena amiga, se esconde detrás de las sábanas, también con los ojos abiertos de la sorpresa.

Ninguno me esperaba.

¿Pero cómo podían no esperarme? Si esta es mi casa, si él es mi novio, si hoy es nuestro aniversario. Pensé que estaríamos celebrando nuestro compromiso en este momento, y no sintiendo un dolor agónico por la traición de dos personas a las que quiero.

Una vez más me confirman lo que creí hace años. El amor es una basura. No existe, es sólo un sueño del que otras personas se aprovechan.

—I-isabel, mi amor, te lo puedo explicar.

Se levanta de la cama y se pone rápido el pantalón para caminar en mi dirección, doy pasos hacia atrás, mientras la repulsión se cuela en mis entrañas.

El mismo hombre que me tocaba y que tanto me hacía disfrutar, ha tocado a mi amiga. Sabrá Dios cuantas veces más lo ha hecho. ¿Habrá sido antes, como hubiera pasado hoy? ¿O después de estar conmigo? No podía con las náuseas.

—¡Alejate de mí, Enrique!, quiero que estés lo más lejos posible de mí.

—No, no, déjame explicarte.

—¿¡Explicar!? ¿¡Qué me vas a explicar si ya lo ví todo!?

—Tu sabes que te amo.

Duele. Duele escucharlo decir que me ama como si fuese cierto, con Elsa escondida bajo las sábanas.

—¡¡No me mientas!! ¡Ya no quiero escucharte más!

—Por favor, déjame explicarte, por favor, hablemos —su manos se posa sobre mi brazo derecho y una corriente desagradable me recorre al sentir su piel contra la mía y le suelto una bofetada.

—¡¡¡Alejate de mí!!! ¡¡¡Vete de mi casa!!!

Elsa no dice nada solo se esconde como una rata pero ni siquiera tengo fuerzas para discutir con ella, solo quiero estar sola y tirarme a llorar al suelo. El dolor en el pecho me está matando.

—¿Irme? ¿Irme a dónde? Si alguien tiene que irse de acá eres tú. Te recuerdo que este apartamento está a mi nombre, igual que el carro. Tú no tienes nada aquí, nada más que tu ropa y tus cosas de trabajo.

—No, tú no puedes hacerme esto, Enrique. ¡Sabes que todo lo que está aquí es por mi dinero! ¡Por el que gano trabajando día y noche, desvelándome y dando todo de mí!

—Debiste pensarlo mejor antes de ponerlo todo a mi nombre.

Enrique se dirige al closet y saca algunos de mis vestidos, me los lanza a los pies, de las gavetas saca más de mi ropa y me la lanza.

—Toma esto por ahora, mañana puedes venir por lo demás.

La habitación me da vueltas y el aire se vuelve escaso en mis pulmones.

¿Me está sacando de mi propia casa, me está quitando todo lo mío, todo por lo que he trabajado, todo lo que le compartí solo porque lo amaba?

Aprieto una mano sobre mi pecho sintiendo un nudo doloroso en el pecho que llega hasta mi garganta y sube a mi cabeza dándome punzadas.

Otra punzada extraña se instala en mi vientre bajo sacándome el aire.

—¡Lárgate! ¡Lárgate ahora!

Esta traición…

Jamás pensé que pudiera ser capaz de hacerme algo así.

Pero me vengaré… haré que sufra tanto como yo estoy sufriendo ahora.

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