Llego temprano a la compañía como me lo pidió el señor Aliester. No sé que me toca hacer ahora ni que pasos debo de dar así que espero pacientemente delante de la puerta de la oficina de Elena.

—¿Algo en lo que pueda ayudarte? —una chica pelirroja en tacones, pantimedias y un vestido rojo oscuro ajustado al cuerpo se me acerca. Creo que la he visto antes, quizás el día de ayer.

—Ah, yo estoy esperando por Elena, la mujer de recursos humanos.

—¿Tú eres? —pregunta arqueando una ceja.

—Isabel Laquez —le extiendo la mano—. La nueva relacionista pública.

—¡Oh, eres tú! Sí, sí. Ven conmigo, te guiaré a la sala de juntas, ellos esperan por ti.

La sigo por los pasillos.

—Yo soy Rosa Marques y soy la secretaria del señor Aliester.

—Ah, tú fuiste la chica que me dio las indicaciones ayer cuando llegué a este piso. Ahora te recuerdo. Es que te vi tan de repente que no te registré en mi mente —me río.

—Bueno, ya me conoces, estaremos más cercanas ahora que trabajas aquí.

—Me parece bien.

Llegamo