Alana vestida de pies a cabeza con un traje blanco a medida, que sabe Dios de dónde lo sacó en estos tiempos, abre la puerta de la habitación conjunta despertándolos cuando el reloj de la pared marca las cuatro de la madrugada. Después de un baño y el desayuno, igual de sustancioso que la comida de la noche anterior, se reúnen en el salón esperando la
continuación del discurso. Sin embargo, Jenkins no se encuentra con ellos. Los ojos de Catarina recorren la habitación con la taza de té en las manos, pero no hay señales de él. Al parecer se levantó primero que todos y se reunió con la mujer desde muy temprano. ¿Qué estará pensando? ¿Cómo pude permitir que eso pasara?
—Cat, ¿en qué piensas?
—Ah, nada Amy, solo me pregunto cuánto tiempo más