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Pasamos el resto de la mañana en casa.

Jan había reunido a Ned y Hang mientras Desirée y los mellizos fueron a buscar con el todoterreno de Jan a Luna.

Me senté con Jan en el sofá, mientras analizaban nuestra situación.

Era como ver nacer una empresa desde cero.

Seguir viviendo en la reserva de Sita nos proporcionaba la seguridad de las patrullas que recorrían el territorio y, además, la autorización de poder mantener los trabajos que tenían dentro de ella.

Sally aún estaba estudiando en un colegio estatal y Tim era el único que había decidido liarse a estudiar en la universidad, pero el resto tenían trabajos estables.

No parecían preocupados por cómo sobrellevar el día a día, al menos durante un tiempo, pero Jan quería valorar otras opciones pensando en un futuro a medio plazo.

Para la hora de comer, los betas de Jan se despidieron de nosotros y se fueron a solucionar sus pequeñas batallas familiares ante la nueva situación en la que se encontraban.

Jan y yo comimos en el porche, sen
@pujadascristina

Y con esta se acaba la primera parte de esta trilogía. ¿Os ha gustado? ¿Queréis más? Muy pronto os seguiré contando la historia de Atlantic. Y de su lobo.

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