Capítulo 5

“Solo un día más y podré ir a casa”. Medito, recostada en el césped del jardín, con los brazos detrás de mi cabeza y la música resonando a través de mis auriculares. Cierro los ojos y disfruto de la quietud que la hora del almuerzo me regala. Necesito descansar sin el parloteo incesante a mi alrededor.

Las clases matutinas han transcurrido con rapidez y en cuanto acabaron me escabullí para gozar de un momento de soledad mientras todos los estudiantes se atiborran en el comedor. Por suerte también pude escapar de Melody y la nueva conspiración amorosa que ingenió en la Seth y yo somos participes. Algo totalmente irracional.

—Al diablo mi paz —murmuro al percibir el aroma familiar de mis dos acosadores.

—Así que aquí te ocultabas.

La sombra que proyecta Mel al interponerse con el sol de mediodía me facilita abrir los ojos, aunque la claridad afecta mi visión y hace que mis ojos duelan, los froto para poder enfocar la mirada.

“Por eso prefiero a la suave noche”.

—Al parecer no te escucha —Jack, señala su oreja izquierda para indicar que tengo puestos los auriculares.

Bueno, es entendible que piense eso, si fuera “normal” no podría hacerlo, pero en mi caso la música solo atenúa débilmente el sonido a mi alrededor. Siempre estoy alerta, lo quiera o no.

Melody se sienta a mi diestra con las piernas cruzadas y extiende su mano para quitarme el auricular, giro el rostro para verla sin cambiar de posición.

—¿Qué? —pregunto ante su mirada de reproche.

—Podrías haberme dicho que te estaba molestando — se retuerce en su sitio y mira hacia otro lado—. No necesitas evitarme o desaparecer.

—Por dos —Jack ocupa el espacio junto a ella y palmea su hombro.

—¡Con un demonio! ¿Qué es esto? —me quejo, frotando mi frente—. Parece el reclamo de dos novias celosas.

—¿Disculpa? Somos tus amigos y a pesar de que siempre desestimes nuestra compañía nos preocupamos por ti —Mel se peno de pie enfadada y me arroja un pequeño paquete envuelto en las servilletas de papel que usan en el comedor—. Tu almuerzo.

Sujeto el paquete y me siento, no necesito quitar el envoltorio para saber que es un sándwich de queso a medio comer, mi nariz no me engaña. Quisiera cengullirlo, pero mi sentido del gusto es tan sensible como mi olfato y mi estómago no podría retenerlo al saber que alguien más lo probado; además, me siento incómoda por la actitud que Mel tiene hacia mí. No quería herirla porque en tan solo unos días he llegado a sentir un cariño inmenso por ella y, muy a mi pesar, ya la considero mi amiga; a Jack también, aunque con él debo mantener la guardia en alto.

—Oye, Pink panter. No lo pienses demasiado —busco que mi tono de voz se escuche amable—, es sólo que a veces necesito un tiempo a solas. 

Ella deja escapar un suspiro y relaja los hombros, al parecer me entiende.

—Bueno, la próxima vez solo dímelo —vuelve a sentarse, esta vez frente a mí y me sonríe con dulzura— ¿De acuerdo?

—Está bien.

—Que bonitas son mis mujeres —Jack se nos acerca y nos abrazas a ambas por los hombros.

—Quita tu puto brazo si no quieres que te lo rompa —le advierto con seriedad.

Él hace caso omiso y me arroja un beso tentando a su suerte. Estoy a punto de cumplir mi promesa cuando observo como los ojos y la boca de Mel se abren de par en par como su estuviera viendo un fantasma a mis espaldas. Jack dirige su mirada en la misma dirección que ella y retira su brazo con extrema rapidez.

Un fuerte y dulce aroma a petricor y café me envuelve de pronto haciendo que mi corazón comience a palpitar desbocado. “Seth”. Su nombre resuena en mi mente y me obligo a no voltear sabiendo que viene a nuestro encuentro.

—Hola —saluda casual y se deja caer sin delicadeza a mi lado.

Inmediatamente la parálisis se apodera de mí, muerdo con fuerza y presiono mis puños para contener ese impulso que me empuja a ponerme de pie y echar a correr tan lejos como pueda. No me gusta como mi cuerpo y mi mente reaccionan cuando él está cerca, y ni hablar de ese estúpido perfume que me fascina y me lleva al borde de la locura.

—Hola Seth —Melody le devuelve el saludo sonriendo como idiota.

—Hermano —responde Jack y observo por el rabillo del ojo como él lo mira con el ceño fruncido en respuesta.

—¿No vas a saludarme? —de pronto se inclina hacia mí buscando mi mirada.

Contengo la respiración para que su exquisito aroma no termine de afectarme y lo observo desafiante. En cuanto nuestras miradas se encuentran mi estómago da un vuelco y un extraño cosquilleo invade mi cuerpo. 

—Hola —murmuro, sin poder apartar mis ojos de los suyos.

Su sonrisa se hace más amplia y puedo jurar que mi corazón va a detenerse en cualquier momento por el cansancio de latir tan veloz. Ni en los momentos más aterradores he sentido una taquicardia parecida ¿Por qué m****a reacciono así?

—Hola —repite con suavidad—. Soy Seth —extiende su mano izquierda a modo de saludo.

—Nicole —respondo, sin moverme. Presiento que si estrecho su mano no querré soltarla nunca.

—Demasiado pronto —murmura Jack y rompemos contacto visual para mirarlo.

Seth deja escapar un bufido y se sienta erguido. Su hermano baja la cabeza como si estuviera siendo regañado. Y seguramente eso está sucediendo a través de ese lazo que sólo los licántropos dentro de una manada tienen, pero ¿Por qué? Mi mirada viaja entre sus rostros intentando captar algo de su conversación silenciosa.

—Nicky, tu almuerzo —Mi amiga me regaña llamando la atención de los tres.

Observo mis manos y me doy cuenta que he destrozado el sándwich. 

—Mierda —intento parecer molesta, aunque estoy aliviada por no verme obligada a probarlo.

Seth ríe por lo bajo y hurga en su mochila. Su risa suena como la más dulce y serena melodía.

—Aquí —me entrega otro sándwich, pero este está envuelto en papel film.

—Que amable al darme tus sobras —cojo el pequeño paquete de mala gana y lo observo frunciendo la nariz. 

—Si no lo quieres devuélvelo —gruñe de malas.

“Vaya bipolaridad de m****a”.

Estoy a punto de arrojárselo al rostro y mandarlo al diablo cuando mi amiga me detiene.

—Nicole, deberías comerlo —dice con dulzura—. Necesitas tener algo en el estómago para soportar las clases de la tarde y estoy segura de que tampoco has desayunado.

Al parecer, Melody, comienza a comprender cuan explosivo es mi carácter y actúa antes de que pueda hacer algo que aleje a Seth, porque supongo que en su infantil y retorcida mente quiere ver desarrollarse el empalagoso romance que ha concebido.

Suspiro dándome por vencida, ya la había molestado al huir durante el almuerzo y no quería que repitiera su escena dramática. 

Arranco la envoltura con exageración para que notaran mi mal humor y le doy una gran mordida a mi “almuerzo”. En cuanto saboreó el primer bocado mis ojos se abren con desmesura, sólo es un sándwich de jamón y queso ordinario, pero está delicioso. Algo en este bocadillo me empuja a devorarlo y termino con él en segundos ante la mirada atónita de mis acompañantes.

—¡Vaya! Nunca te había visto comer así —Mel aplaude entusiasmada. Enarco una ceja en respuesta y ella se apresura a explicarse—. Bueno, es que pensé que tenías algún trastorno alimenticio porque siempre haces gesto de asco.

Medito unos segundos su comentario y niego con la cabeza, tal parece que no es tan distraída como supuse y me ha estado observando con más atención de la que deseo. Tendré que ser más cuidadosa.

—Tal vez se debe a que soy un excelente cocinero —nos interrumpe Seth.

Ruedo los ojos ante su gran “humildad”. Él parece esperar que lo felicite o algo así, pero simplemente me llamo al silencio. Ya tengo a un gran idiota en mi vida que no solo se cree un dios, sino que tiene el ego de uno y no pienso lidiar con otro, aunque este realmente alcance la perfección.

—Parece que deberás esforzarte un poco más, hermano —Jack habla con su típico sarcasmo intentando provocarlo, pero él solo lo ignora.

—Entonces, ¿Te gusta mi sazón?

Sé que esa pregunta tiene doble sentido, pero si cree que terminaré contestando como todas esas mujerzuelas que se babean por él está muy equivocado.

—Yo diría que no es nada extraordinario —me encojo de hombros restándole importancia—. Tan solo tenía hambre.

“¡Ja! Justo en tu puto orgullo”. Me jacto al verlo dudoso, más toda mi seguridad se va al demonio cuando se inclina sobre mi rostro, está tan cerca que si se mueve un centímetro más nuestros labios se encontraran. Debería retirarme, hacerlo a un lado o golpearlo y, sin embargo, no tengo voluntad suficiente para moverme, es como si deseara que él lo hiciera… que me besara.

—¿Me estás desafiando? —su voz es demasiado seductora.

“¿Seductora? ¿Pero qué diablos me ocurre?”, cierro los ojos y frunzo el ceño con enfado. ¿Desde cuándo mi mente se volvió tan estúpida? La furia asesina que despierta a la bestia inicia a bullir en mi interior, mis dedos hormiguean y hago un esfuerzo enorme por contenerme. No soy una de esas perras con las que puede coquetear abiertamente, no caeré ante sus malditos encantos.

—No vale la pena— respondo y me aparto con brusquedad poniéndome de pie—. Pink panter, tenemos clase de deportes y debemos cambiarnos —sin mirarlo, recojo mi mochila y comienzo a andar.

—¿He? Sí —dice Mel, desanimada—. Nos vemos después —se despide de los chicos y se apresura a seguirme.

—Te lo dije…demasiado pronto.

Puedo escuchar como Jack regaña a su hermano mayor y Seth solo gruñe en respuesta, seguramente esperaron a que estuviera lejos para que no pudiera oírlos, pero que pena que sus suposiciones no contaran con mi aguda audición. 

“¿Pronto para qué?”.

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