El nuevo debate que ocupaba la atención de Emily y Marge era si, a la reunión de esa tarde con Carrara, debía ir la influencer o “su” abogada. La balanza estaba más inclinada a la primera que a la segunda, pero Emily tenía sus dudas o, más bien, se sentía motivada por el repentino e inesperado cambio de la situación y deseaba asistir en el rol de su nuevo personaje, hasta que Marge sacó el argumento con el que dirimió la situación:
—No tenemos dinero para el maquillaje de Elizabeth, lo siento, tampoco para alquilar su carro y el traje de chófer.
—¡Aich! —Se lamentó Emily.
—Y, de todas formas, ¿qué ibas a hacer haciéndote pasar por una abogada entre abogados?