Había logrado distraerla de Andrea, no sabía si ella estaba preparaba para escuchar, o yo, para contar aquella pequeña historia.
Ya habíamos tomado una ducha, me había encargado de limpiar a mi Ángel; dolía ver la herida que tenía en el abdomen. Era mi culpa.
_ No pienses mucho.
La miro confundida. Estaba desnuda entre las sabanas, tenía tantas ganas de acariciar su cuerpo, pero quería que las cosas fueran lento, quiera aprender más de ella, y ella más de mí.
Sonríe negando con la cabeza. De repente su sonrisa se borra, se acuesta en mi pecho, tratando de esconderse.
_ ¿Qué ocurre?
Pregunto, pero no hay respuesta. Me preocupo, no se pasa por su mente, y eso es frustrante, porque puedo leer los pensamientos de todos menos los de ella. Y a beses se cohíbe tanto.
_ Nada…no te preocupes- su voz no va concuerdo a su