Es de noche, el viento ruge como nunca. Siento una mirada sobre mí, y abro los ojos.
Ángel esta en frente de la cama sentada una silla, y me mira dolida. Me preocupe, pero hago que no lo note. Tiene la mirada gacha. Carraspeo.
Sus ojos Azules me miran aliviados y felices, se acerca a mí y me abraza con fuerza, no le correspondo.
_ ¡Alec!- chilla.
_ Suéltame- digo frio.
Me suelta sorprendida de mis palabras. Se aleja de mí.
“No. No lo hagas”- quisiera decir.
_ ¿Cuánto tiempo he dormido?
_ Tres semanas- su mirada es lejana, aunque está dirigida hacia la ventana, que está abierta.
Logro notar sus grandes ojeras, sus ojos hinchados y hundidos, sus labios resecos, y su cuerpo más delgado de lo normal. Y me siento culpable.
_”Eres culpable”- asegura Damián.
_ Por favor- pide, no voltea mirarme- Tienes que al