Era de día, o al menos eso indicaba la luz que ingresaba por la ventana, misma que cegó a Lucya por un segundo. Su corazón martillaba en los oídos y su respiración se agitó de inmediato, los recuerdos de la noche pasada llegaron a ella en menos de lo que tardó en dar un parpadeo, cuando se quiso poner de pie, lo primero que se percató fue que el brazo de Vladimir la rodeaba por la cintura, mientras un dolor punzante proveniente de su vagina le dejaba más que claro que lo que había sucedido no fue un simple sueño, había perdido su virginidad, nada más y nada menos que con el líder del clan Neizan, y su mente le gritó que debía escapar del mafioso, o definitivamente sus padres no se lo perdonarían.

Aguantando un gemido de dolor se sentó en la cama, sin evitar sentir vergüenza ante la mancha rojiza que había en las sábanas blancas, a&ua