6 Competencia.

Lucya siempre fue una joven competidora en todo sentido, ese sentir de querer ganar a como dé lugar lo que se proponía, muchas veces la había metido en problemas, pero cuando eso sucedía siempre tenía a Dima para que la defendiera, pues sus padres habían cumplido con su cometido, Lucya no sabía manejar un arma, mucho menos sabía lucha cuerpo a cuerpo, la joven había tenido una vida normal por decirlo de alguna manera, y ahora se estaba preparando para empezar sus estudios universitarios, y aunque aún no se decidía qué carrera estudiar, probaría suerte estudiando medicina.

— No puedo creer que Dima viva en un castillo. —dijo uno de los amigos de los jóvenes, hacía varios kilómetros que habían ingresado a la tierra de los Neizan, mientras los padres de Dima viajaban en un auto blindado, los amigos de los jóvenes viajaban dispersos en dos camionetas, Dima iba la cabeza junto con un grupo de diez chicos, y Lucya iba en la segunda camioneta con otros diez jóvenes.

—Dima te lo dijo una vez, pero tú no lo creíste. —aseguró Lucya de manera petulante.

—Madre de todo lo santos, ¿quién es ese? —dijo una pelirroja despampanante, que solo estaba allí por ser novia de un amigo de Dima, y fue cuando los ojos de Lucya observaron a un rubio que era muy parecido al señor Neizan, salvo que éste tenía los ojos celestes y no azules, Por lo que le fue muy fácil saber que se trataba de Vladimir.

—No sé quién es, pero te apuesto cien pavos a que lo hare gritar mi nombre en la cama. —dijo Ellen, la eterna rival de Lucya, y la morena sintió que su sangre comenzaba a hervir, sus dientes se apretaron con ira retenida, porque ¿cómo era posible que aquella norteamericana se atreviera a soñar con que el líder del clan caería ante ella?

—Te apuesto mil pavos, a que seré yo, quien salga de su recámara y no tú.

Lucya no sabía por qué había dicho aquello, mucho menos si podría ganar su apuesta, después de todo, no sabía si Vladimir tenía novia, prometida, o incluso si se había casado, pues Dima era poco lo que hablaba de él y, aunque ella hablaba con Lev y sus padres por teléfono, tampoco era como que se dedicaba a preguntar por Vladimir, a decir verdad, le guardaba bastante rencor al rubio, pues no se olvidaba de que la había desterrado, Peor aún Lucya era virgen, claro que este detalle era más por elección que por obligación, y por supuesto que no pensaba perder su virginidad con Vladimir.

—Es un trato. —dijo la rubia al tiempo que extendía la mano, y Lucya ya no pudo dar marcha atrás.

Los primeros en descender fueron los señores Neizan, los cuales se abrazaron de manera efusiva con Vladimir y luego Lev, y mientras los señores Neizan ingresaban a la mansión, la primera camioneta se detenía, dejando a Vladimir sorprendido de lo mucho que había cambiado su hermano, a pesar de que lo veía en algunas fotografías que sus padres le enviaban, nunca había sido realmente consciente de que ya era todo un hombre.

—Hermano, bienvenido a casa. —dijo Vladimir con verdadera felicidad, al tiempo que palmeaba la espalda de Dima.

—Es bueno estar aquí y verte al fin. —aseguró Dima, aunque al acercarse un poco más a su oído susurro. —Es mejor ver tu presente, que soñar tu futuro. —el cuerpo de Vladimir se tensó y Dima sonrió, la venganza sería lenta y dolorosa, y pondría a prueba todo el autocontrol de su hermano, de eso no había duda.

—¡Mi pequeña diosa!, no sabes cuánto te extrañé. — los gritos de Lev llamaron la atención de Vladimir, quien no solo quedó sin habla, también sintió algo raro en su pecho, su mente no terminaba de hacerle saber quién era esa mujer, de piernas largas, cintura estrecha, un trasero bien definido y una delantera voluptuosa, una pequeña diosa, la había llamado Lev y Vladimir sí que lo creía.

—Yo también te extraño hermanito. —la mente de Vladimir quedó en blanco, no podía poner la imagen de esa niña molestosa y revoltosa que corría 10 años atrás por el jardín de la mansión, con la hermosa mujer que veía ahora frente a él, estaba más que aturdido.

—Hola, señor Neizan. —el Rubio apretó sus manos a sus lados, porque de pronto el deseo absurdo de abrazarla de la misma forma en que lo hizo Lev lo abrumó, por lo que obligó a sus manos a quedarse en su lugar, porque estaba seguro de que, si llegaba a tocar a la hermana de Lev, no solo se quedaría sin mano derecha, lo más probable es que se quedara sin cabeza y no precisamente la que pensaba.

—Hola…— dijo casi tartamudeando, y no porque no recordara el nombre de la joven, solo fue que la morena fue por él, y de forma intrépida, dejo un beso en su mejilla, marcando el territorio, ante la mirada de Ellen.

— Lucya, me llamo Lucya, señor Neizan. — le susurro la joven antes de apartarse.

Lucya, era Lucya quien lo había dejado duro, con solo susurrar en su oído, y Vladimir queria lanzarse a los cerdos, y que lo devoraran al completo, porque por más que paso todo el día huyendo de la morena, su imagen se repetía una y otra vez en cada parpadeo que daba, ¿acaso era algun tipo de embrujo que la joven le había lanzado?, no lo sabía.

Aun así, trato de tomar distancia, mínimo hasta que la morena se largara a la casa de sus padres, pero claro que aún faltaba la fiesta que le había prometido a Dima, algo de lo que no podía escapar, y claro que no lo hizo, como el líder que era se presentó en el salón y aun que los amigos de su hermano no se enteraban de donde estaban y que tipo de personas los rodeaban, Vladimir solo podía verla a ella.

Lucya se meneaba de un lado a otro, con un vestido que para el rubio era inmoral, uno que se pegaba su cuerpo dejando su figura bien definida a la vista de esos mocosos que la estaban devorando con la mirada y ella… ella se pegaba a cada uno de los que le ofrecían un baile, provocando que sus manos hormigonaran.

— Baila bien ¿verdad? — la voz de Dima a su lado lo tomo desprevenido.

— ¿Quién? — dijo tratando de que sus ojos no fueran a Lucya, pero fue algo imposible.

— Lucy. — dijo de forma intima Dima y la quijada de Vladimir se endureció aún más al recordar que esa joven decía de niña que sería la señora Neizan, porque se casaría con Dima.

— Tu y ella… — ¿son novios? ¿tuvieron sexo? ¿la besaste? Tantas preguntas llenaron su cabeza, que el rubio se sintió abrumado.

— Oh, sí. — dijo Dima con una enorme sonrisa, y Vladimir palideció aún más. — No te das una idea de cómo bailamos. — Dima corría con una ventaja, una que su hermano no tenia, ver destellos del futuro, y esto ya lo había visto, y por supuesto que pensaba en divertirse. — Lucy. — la llamo y Vladimir maldijo la confianza que se tenían, pero claro, él mismo se encargó que vivieran juntos esos últimos 10 años.

— ¿Que mi vida? — rebatió de forma juguetona Lucya, teniendo la precaución de acomodar su escote, muy cerca del rostro de Vladimir.

— Creo que llego la hora de hacer nuestro baile, ya es media noche, al fin ambos somos mayores de edad.

Un grito de pura felicidad salió de los labios gruesos de Lucya, y Vladimir lamio los suyos de forma inconsciente, aunque luego una oleada de rabia lo recorrió y todo por ver como Lucya restregaba su trasero por la pelvis de su hermano.

— ¡Lucya! — grito enfurecido Lev, y Vladimir respiro con calma, al menos Lev la pondría en vereda.

— No seas aguafiestas, Lev. – lo regaño Dasha, y el moreno la vio incrédulo, al igual que Vladimir.

— Es su baile de victoria, siempre lo hacen cuando algo les sale bien. — explico Lukyan muy sonriente.

Y de pronto Vladimir estaba rojo, como si estuviera aguantando la respiración, su mente calculaba cuantas veces pudieron hacer ese baile tan intimo en los últimos diez años, pero dejo de sacar cuentas cuando vio a Dima, dejarse azotar el trasero por Lucya.

— Esto es demasiado.

Murmuro antes de retirarse a su recamara, mientras sus padres y Lev creían que no soporto el ver a su hermano hacer el ridículo, Vladimir solo necesitaba aclarar su mente, había dejado de beber sin sentido y de consumir en el momento que Dima se había ido de Rusia, sin embargo ahora, necesitaba atontar su mente, porque no podía sentirse de esa forma por una mocosa, claro que no, él había estado con decenas de mujeres, modelos, actrices, todas solicitando un anoche con él, seguro que lo que le veía a ella lo podía conseguir en otro lado.

Trato de convencerse de ello, seguro solo era el impacto de ver en lo que se había convertido esa mujer, porque no comprendía como podía ser que de buenas a primera se sintiera de esa forma, como si ya hubiese probado esos labios, algo que era absurdo, ¿Cómo podía anhelar a alguien que nunca había tenido? Pero, aun así, no podía evitar sentir que la forma tan audaz de actuar de Lucya, se le asemejaba a un deja vú, como si ya lo hubiese visto antes, como si la conociera de otra vida.

La puerta de su cuarto se abrió, sacándolo de sus pensamientos, y solo entonces se percató que había bebido más de media botella de vodka, además de consumir algo, que sabia le traería problemas si sus padres se enteraban.

— Lo siento, creo que me confundí de habitación, es que es tan grande la mansión. — una rubia de sonrisa coqueta lo veía desde la puerta, y Vladimir solo podía pensar que, si le volaba la cabeza, sí que estaría en problemas con sus padres.

— No es tan grande, lo que pasa que tu cabecita es muy pequeña. — su voz le acelero el corazón, y el rubio se obligo a agitar su cabeza, porque no sabía si estaba alucinando.

— Lucya. — dijo la rubia de forma acusatoria.

— Ese es mi nombre, no lo gastes perrita, ahora ve a tu cucha, esta en la otra ala de la mansión. — Lucya empujo a la rubia fuera y azoto la puerta tras ella, mientras Vladimir estaba aún sentado en su cama, solo con un pantalón de algodón puesto.

— Tu… — dijo con voz profunda y Lucya trago grueso.

— No debes agradecerme, solo lo hago como un favor al clan, no sería bueno que te revolcaras con ella, puede que te contagies de algo. — dijo sacando valentía de donde no sabía que tenía, solo debía hacer tiempo, quizás media hora, o menos, ¿Cuánto se tardaba en tener sexo? No lo sabía, solo sabía que lo que las películas para adultos mostraban, eran puras mentiras, o al menos eso le había dicho Dasha.

— No deberías estar aquí. — aseguro Vladimir, sintiendo como su pene se hinchaba por solo verla caminar hacia la ventana, mientras Lucya trataba de hacer tiempo, para ganarle la apuesta a Ellen.

— Lo sé, lo sé, no te preocupes, solo me asegurare que nadie te moleste y luego me iré a dormir con Dima.

Vladimir nunca supo cuándo comenzó su competencia con Dima, o si es que existía una, no sabía si no queria que su hermano lo desplazara como líder del clan, o si era él quien codiciaba lo que era de su hermano, pero el escuchar a Lucya decir aquello, lo desestabilizo y de un rápido movimiento, ya tenía a la joven, debajo suyo.

— ¿Que…? ¿qué haces? — rebatió aturdida, pero no asustada, sabía que una de las leyes más importantes del clan, era que jamás violarían a nadie, era una de sus penas capitales, impuestas por Neri Neizan.

— No lo sé, te aprecio más de cerca. — dijo con la voz ronca, pero suave, como el ronroneo de un gato, y por un segundo, Lucya se sintió hechizada por esos ojos, celestes, como un cielo soleado.

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