Sus ojos parecían una galaxia, casi negros en la orilla del iris, tornándose café claro en el medio, para estallar en el centro con vetas verdes que resaltaban ante sus pupilas negras.
— No te muevas, ya casi termino. — Lev salió del encanto en el que su hermana lo sumía cada vez que la tenía tan cerca.
— ¿No creen que Lucya debería empezar con su entrenamiento? Ya cumplió los 8. — indago Lev cuando la pequeña morena dejo de pintar sus labios, quizás si comenzaba su entrenamiento, dejaría de usarlo como modelo para maquillar.
— Ella no entrenará Lev, ya lo hablamos, nuestra princesa será una doctora. — dijo Aleksander aguantando la risa al ver el rostro maquillado de su hijo mayor.
— O una abogada, así también podrá ser parte del clan. — agrego Vanka Oslo, la madre de los jóvenes era una de las mejores franco tiradores que tenía el clan, sabía lo que era tener las manos manchadas de sangre y no queria que su hija cargara con eso.
— Yo seré parte del clan porque me casare con Dima. — interrumpió la niña y sus padres se vieron con preocupación.
— Deja de acosar al pequeño Neizan, no está bien que una niña ande detrás de un niño. — la sermoneo Lev, como todo hermano mayor.
— Pero es que aún no logro convencerlo de que sea mi esposo. —se quejó inflando los cachetes y Lev rompió a reír con ganas.
— Es porque estas detrás de él, ignóralo y veras como será Dima quien te busque…
— ¡Lev! — el grito de su padre lo hizo girar, causando que Lucya protestara porque el delineado del ojo le había quedado mal.
— Lucya, deja a tu hermano que debe ir a trabajar, mejor ven y péiname. — intervino su madre, dejando una toalla con desmaquillante para su hijo y llevando a su pequeña al cuarto.
— Sabes que no debes gritarme, por mí no hay problema, siempre serás mi padre, pero si Vladimir te escucha habrá problemas. — Lev no mentía, Vladimir era conocido como el Órga, pero muchos lo llamaban el ogro, pues estaba consiguiendo lo que se había propuesto, no solo se estaba ganando el respeto del clan, también se estaba haciendo la fama de tirano.
— Lo sé, solo… deja de alentar a Lucya a ir tras Dima. — Lev paso la toalla por su rostro, y se dispuso a encarar a su padre.
— ¿Por qué? Solo estoy jugando, es una niña…
— Solo no lo hagas, respeto mucho a los señores, pero los Neizan están locos. — Lev vio con sorpresa a su padre y este se apresuró a hablar, pues como Lev lo había dicho, era familia, pero el deber del joven siempre estaría con Vladimir. — Me refiero a su forma de amar, ellos escogen un solo amor, viven y mueren los unos por los otros y Dios no lo quiera, si Dima se fija en tu hermana ¿te has puesto a pensar la vida que Lucya tendría?
— Una buena vida, sería una reina…
— Rodeada de sangre, muerte y venganza. — el mayor suspiro con fuerza, con cansancio. — Me uní al clan cuando era un joven que no sabía nada de la vida y nada tenía para perder, no me arrepiento de ello, aquí conocí a tu madre, ambos estábamos solos, luego, cuando tu naciste, conocimos lo que era el miedo, el temor a perderte, fue por eso por lo que comenzamos a entrenarte, y no sé si por suerte o desgracia te convertiste en el mejor amigo de Vladimir, pero cuando caímos en cuenta de que tu serias su mano derecha… — el mayor negó con pesar. — Eres nuestro hijo, ya no se trata de que, si nosotros morimos o no en una misión, ahora el que está en el frente de batalla eres tú…
— Papá…
— Tú serás el primero en morir, porque es tu deber, antes que ataquen a Vladimir tú te sacrificaras. — el mayor cerro sus manos con tanta fuerza que sus nudillos quedaron blancos. — Y lo aceptamos porque es lo que tu decidiste, pero no me pidas que aliente a mi niña a ir por un Neizan, porque sería lo mismo que condenarla a muerte, puedo entregar mi vida a este clan, pero no me pidas que me siente a ver como mis hijos se ofrecen como sacrificio, más cuando el líder es Vladimir.
— Es un buen líder. — rebatió casi a grito, pues era la verdad.
— Lo sé, pero también sé que mata por muy poco, de todos los Neizan que he conocido… Vladimir es el más sediento de sangre y eso que apenas y lleva un año como líder.
Lev salió de su hogar, ya no queria escuchar a su padre, en el camino a la mansión decidió que lo mejor sería mudarse, luego de la conversación que había tenido con su padre, ya no se sentía cómodo allí, además debía escapar de Lucya y sus sesiones de maquillaje.
— Bonito labial, ¿ya estás dispuesto a salir del closet? — la burla de Vladimir lo hizo saber que no se había pasado la toalla tan bien como creía.
— Muy chistoso, pero solo para quitar tu curiosidad, cuando te dije que mi hermana era un monstruo no mentía. — refuto al tiempo que tomaba el pañuelo descartable que el rubio le extendía.
— Si lo que digas. — murmuro tratando de recordar que le había dicho Dima sobre Lucya en la mañana, pero no pudo, luego de la charla con su hermano, Vladimir había cometido un error de novato, se podría decir, y ese fue pasar la línea de consumir lo que vendes, algo que su padre le había dicho miles de veces que no hiciera, pues el veneno se vende, no se consume. — Ahora que, si pareces mi mano derecha, acompáñame a los calabozos.
— Sabes que a veces olvido que tu hogar está construido sobre las ruinas de un castillo. — Vladimir sonrió, en el fondo la mansión Neizan le encantaba, no solo por la cantidad de pasadizos que tenía y que le era de utilidad si en algún momento necesitaban escapar de algún ataque, también era el hecho de que no tenían que ir muy lejos para tratar con los traidores o como en este caso, los infiltrados.
— Cuando quieras puede ser tu hogar también, mis padres están a punto de mudarse, se irán una temporada a Nueva York, Estrella la prima de mi padre, se rehúsa a aceptar que el cáncer de Lucero está en fase terminal.
— Pobre. — murmuro el moreno y Vladimir lo vio raro, pues los Bach podían ser muchas cosas, menos pobres, ya que era la familia más poderosa del mundo, eran los que hacían tratos tanto con la mafia como con las agencias gubernamentales. — No me veas así, me refiero a que de nada le sirve tener tanto dinero y poder si no pueden curar a su madre.
— Mi padre dice que la enfermedad de Lucero es por pena, su esposo Eros murió hace dos meses, era el hermano mayor de mi abuela Zafiro, por lo que te puedes imaginar que Lucero ya es muy mayor, Estrella debería comprenderlo.
— ¿Qué su madre muera de pena?
— Que todos moriremos algún día, nadie vive por siempre. — Vladimir al igual que muchos mafiosos, eran más conscientes de este hecho que cualquier ser humano, ya que, en su mundo, debía lidiar con la idea de morir cada día, y agradecer cada noche de seguir respirando.
Todos morimos algún día, se repitió Lev durante toda la tarde, sintiendo pena por aquellos agentes que estaban torturando junto con Vladimir, nunca se había puesto a pensar en que las personas con las que acababan tenían familia, siempre los vio como enemigos, objetivos con los cuales acabar, pero esa tarde, luego de la conversación que tuvo con su padre y de lo que Vladimir le había dicho, comenzaba a comprender que no todo sería tan fácil en su vida, esa noche, por primera vez desde que acepto ser la mano derecha de Vladimir, la conciencia le paso factura y no pudo dormir.
— Vladimir, Vladimir. — era Domingo, el único día que el joven mafioso se tomaba para descansar, la cabeza le latía, el alcohol aún estaba en su sistema, y solo abrió los ojos porque el que lo llamaba era Dima.
— ¿Y ahora qué? — susurro mientras abría la puerta de su cuarto.
— Vladimir, no encuentro a Lucya. — el rubio vio a su pequeño hermano, y acto seguido vio por ambos lados del pasillo.
— Dile a mamá, papá, o a alguna empleada, Dios, Dima, necesito descansar, no estoy para ayudarte a buscar a tu amiga. — giro sobre sus talones decidido a seguir durmiendo, pero el pelinegro aún no había terminado de hablar.
— No lo comprendes, estábamos jugando a las escondidas y ya no la encontré… anoche la soñé, tenía sangre en el rostro y estaba en los calabozos y solo tú puedes ingresar allí. — Vladimir maldijo en su interior, de solo recordar que el día anterior él y su mano derecha habían matado a dos agentes del F.B.I en los calabozos, pues el mayor podría ser muy sanguinario a la hora de acabar con un enemigo o espía, pero nunca le gusto que los niños vieran ese tipo de crueldad.
— ¿Qué carajo estabas haciendo con tu amiga allí? — refuto apretando los dientes y colocándose los tenis.
— No estábamos allí, estábamos en el jardín, pero conociendo lo curiosa que es Lucya… ayer los vio a Lev y a ti salir de los calabozos y queria saber que había en aquel lugar, pero no le dije, sé que está prohibido que ingresé a los calabozos, pero Lucya es muy curiosa. — Dima conocía a la pequeña desde que iban a kínder, la única niña que no lo veía con miedo y lo trataba como a cualquier otro niño, su única amiga.
— Espero por su bien que no esté en los calabozos. — susurro el mayor antes de salir seguido por Dima.