Imposible escapar del mafioso
Imposible escapar del mafioso
Por: Cristina López
1 Primer trabajo.

La familia Neizan llevaba más de 100 años liderando la mafia rusa, su clan no solo era uno de los más grandes que existía, también corrían con una gran ventaja y esa radicaba en que poseían un don, la videncia, según lo que se decía, este don fue adquirido por los Neizan gracias a la esposa de uno de los lideres, que era de descendencia gitana, aunque muchas otras personas aseguraban que el don de la familia provenía de un pacto demoniaco que habían realizado, pues alrededor de los Neizan lo que más había era misterio, y muerte, muerte que provenía de los mismos integrantes de la familia, esos que no aceptaban ser los segundos, era tanta la sed de poder que poseían algunos, que incluso los llevaba a conspirar unos contra otros, y esto era lo que le estaba quitando el sueño a Lukyan, hoy sería su retiro como líder del clan y dejaría a su hijo mayor al frente de todo y con ello, el temor a que en un futuro sus hijos se enfrentaran por el poder.

El pequeño Dima Neizan era lo opuesto a Vladimir, eran el día y la noche, o como Dasha los llamaba Órga, que significa Dorado como el sol y Večer, que significa Noche en eslovaco y es que mientras Vladimir era tan rubio como Lukyan, y de ojos celestes como Dasha, Dima tenía el cabello tan negro como su madre y los ojos tan azules como su padre, la única característica que compartía el adolescente de 18 años y su pequeño hermano de 8, era que ambos eran tan blancos como la nieve.

— Quiero ir contigo. —  pidió casi a grito el pequeño Večer, y Vladimir respiro profundo, haciendo acopio de todo su autocontrol.

— Deja de ser tan caprichoso, ya te dije que no, aun eres muy pequeño para ver morir a alguien.

— Pero él mato al abuelo, quiero ver como muere. — Vladimir no podía enfadarse con su hermano menor, a decir verdad, ningún Neizan podía enfadarse con Dima, el solo decir su nombre, les ablandaba el corazón.

— Ya se, te prometo que le diré a mamá que grave todo y cuando seas más grande, lo veras.

— Pero no es lo mismo… — iba a tener una pataleta, y Vladimir ya se veía cediendo a los caprichos del mocoso, como lo llamaba de forma afectuosa.

— Eres un mocoso manipulador, pero mi deber como hermano mayor es cuidarte, incluso de ti mismo, por lo que la grabación es mi última opción Večer, lo tomas o lo dejas. — el pequeño conocía la mirada acerada del apodado Órga, por lo que, con resignación acepto, era lo mejor que había conseguido después de todos, ya que sus padres solo decían no.

— Bien acepto. — dijo finalmente inflando sus cachetes y causando que Vladimir se olvidara por un segundo que a partir de esa noche se haría responsable del clan, aunque algunos no estuvieran de acuerdo ya que solo tenía 18 años. — Después de todo, tú eres el gran jefe ahora. — reconoció con fascinación el pequeño.

La sonrisa que se había instalado en su rostro por las palabras de su hermano menor se esfumo cuando llego finalmente al coliseo, ese era el nombre que le habían dado al lugar donde criaban a los cerdos, unos que no eran para el consumo humano, el lugar le hacía honor a su nombre, pues parecía eso, el coliseo romano, las gradas que había alrededor dejaban una vista única y envidiable, y en el centro el circulo de tierra rodeado de las altas vallas que aseguraban que nada escapara de allí, ni los animales, ni los traidores, pues ser comido por los cerdos era un castigo que solo se aplicaba a los traidores y que era observado por todo el clan, tanto a modo de ejemplo, como por gusto, en este caso, quien sería finalmente juzgado, era Alek Neizan, 8 años habían pasado desde que su abuelo Dima murió por su culpa, 8 años en los que Vladimir espero este día.

— Hola. — la dulce voz rompió su concentración, a pesar de que estaba rodeado por hombres fuertes y despiadados que poseían voces potentes y roncas en su mayoría, la que acababa de escuchar era muy distinta, demasiado dulce, demasiada inocencia en ella.

— ¿Quién eres? — pregunto entre asombrado y preocupado.

— Soy Lucy, soy amiga de Dima, ¿él no vino? — el rubio escaneo de pies a cabeza a la pequeña morena frente a él, debía tener la misma edad que su hermano, e incluso tal vez menos, sus ojos mieles eran llamativos, ya que en el centro del iris eran color verduzco, y ante su color de piel tan oscuro, resaltaban de una forma muy agradable a la vista.

— Eres una niña. — dijo solo para cerciorarse que no estaba delirando.

— Soy la novia de Dima, soy la futura señora Neizan. — las carcajadas de los hombres a su alrededor no se hicieron esperar, sin embargo, Vladimir no sonrió, solo veía a la pequeña con molestia.

— No sé qué es lo gracioso. — susurro de forma fría, como su padre Lukyan solía hacerlo, provocando que todo el mundo hiciera silencio a su alrededor. — ¿Qué hace una niña aquí? — fue entonces cuando un hombre apareció abriéndose paso entre los demás.

— Disculpe señor Neizan, es mi hija, mi esposa está enferma y necesita descansar, por lo que la traje, si no le molesta…

— ¿A mí Aleksander? Te tendría que molestar a ti, ¿Cómo se te ocurre exponer a una niña a lo que sucederá esta noche? — rebatió molesto, aunque tuvo que morder su labio, ya que vio como la pequeña le hacía burla a como estaba hablándole a su padre.

— Lo se señor, pero juro que tapare sus ojos, es que… he esperado 8 años este momento, Dima fue un gran mentor para mí, le debemos mucho. — Vladimir no podía negar aquello, la mayoría de las personas que estaban allí era para rendirle homenaje a Dima, su abuelo materno.

— Dásela al chofer, que la lleve a la mansión y luego vas por ella.

— No quiero, no eres mi jefe, a mí no me mandas, tonto. — el padre de la niña no sabía cómo hacerla guardar silencio, mientras Vladimir trataba de contener la risa.

— ¿No que eres la novia de mi hermanito? — pregunto con voz profunda, sin importarle que sus padres lo vieran mal, por tratar de asustar a una niña.

— Lo soy, aunque él no lo sabe. — a Dasha se le hizo imposible no dejar salir una risilla, pero Lukyan veía a la niña con seriedad.

— Bien, en ese caso, ve con él, y cuídalo.

— Iré… porque yo quiero, no porque tú me digas.

El padre de la pequeña se apresuró a sacar a su hija de allí, no queria probar la paciencia del nuevo jefe, ya que se decían muchas cosas de él.

El rubio tomo asiento, junto a él su padre, Lukyan Neizan, o como muchos lo llamaban, la muerte blanca, del otro lado se encontraba Lev Oslo, el mejor amigo de Vladimir y quien a partir de esa noche seria su mano derecha, todo buen mafioso necesitaba en quien confiar y Vladimir sabía que Lev le seria leal, siempre.

Esa noche comenzaba la historia de Órga, el primer Neizan que asumiría cuando aún su padre estaba con vida, el más joven en toda la historia de la familia, superando incluso a su abuelo Neri, ya que él tenía 20 años cuando asumió como líder del clan, y es que Vladimir contaba con una ventaja y esa no era solo el poder ver el futuro o destellos de este, lo que llevo a Vladimir a ser la cabeza de la familia Neizan a tan corta edad, fue su extraordinaria mente, un niño superdotado que con solo 18 años ya se había recibido de la universidad, aunque muchos integrantes del clan no lo veían capacitado para el puesto que ocuparía, muchos creían que Vladimir tenía algún tipo de problema mental, ya que cuando era niño estuvo años sin hablar, y aunque ese suceso no se había repetido, el pasado no se podía borrar.

— ¿Cómo te sientes? — indago con preocupación su madre, al tiempo que abría y cerraba sus manos, tratando de que el temblor de estas se detuviese, acababa de ser testigo de cómo los cerdos devoraban al asesino de su padre, y aunque estaba feliz por ello, la imagen que vio la había alterado.

— Estoy bien mamá, no debes preocuparte. — pero las palabras del rubio tuvieron el efecto contrario en su madre, aunque para ser honestos, lo que altero a la mujer, fue ver el brillo de satisfacción en los celestes ojos de su hijo mayor.

— Bien, yo… nos adelantaremos con tu padre, iremos unos días a la cabaña, tu deberías regresar con Lev a la mansión, así lleva a su hermana de regreso a casa.

El rubio solo asintió, no se sentía capaz de seguir fingiendo, por suerte su madre se marchó rápido y solo entonces Vladimir dejo ver su enorme y blanca sonrisa.

— M****a, pareces un lunático. — susurro Lev al llegar a su lado. — A mí me tiembla hasta el alma. — el moreno había presenciado una que otra muerte, pero le sucedió lo mismo que a Dasha, una cosa era ver una ejecución y otra era ver a los cerdos devorar a una persona. — Creo que aun escucho sus gritos. — aseguro tocando sus oídos.

— Esa fue la mejor parte, sus gritos. — Lev vio a su amigo a los ojos y supo lo mismo que Dasha, algo cambio esa noche en el interior de Vladimir, quizás las personas tenían razón, el rubio no era “normal”.

— En verdad Órga, tu cara es la misma que la de un lunático.

— ¿En verdad? ¿Y a cuantos lunáticos conoces? — se lo veía divertido, como si fuera un niño que acaba de salir de un parque de diversiones, y no como un mafioso recién asumido.

— Además de mi hermanita, a ti. — las carcajadas de los jóvenes llamaron la atención de los custodios a su alrededor, entre ellos Aleksander.

— Tus abuelos estarían orgulloso de ti. — aseguro el moreno canoso, mientras palmeaba el hombro de Vladimir.

— Eso espero.

— ¿Y a mí no me dirás nada? — indago Lev y su padre sonrió.

— Te felicito por no vomitar, y ve por tu hermana por favor, yo iré a cuidar a tu madre.

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