Christian se apartó un poco, todavía mirándome a los ojos con una seriedad que me hizo contener la respiración.
Sonrió apenas y se levantó del sofá para sentarse a mi lado. Mi corazón se aceleró; solo tenerlo tan cerca ya me dejaba nerviosa.
— No voy a tocar a ninguna mujer… no de esa manera — empezó con una voz calmada, casi un susurro. — La única mujer a la que de verdad quiero tocar y besar… eres tú, Ariel.
Sentí la cara arder, sin saber dónde enfiar la mirada. Era una sinceridad tan directa que casi no sabía cómo digerirla.
Antes de que pudiera responder, mi móvil comenzó a sonar, cortando o momento.
Suspiré y miré la pantalla. Era Alex. Meu pecho se apretó. ¿Por qué estaría llamando justo ahora?
— ¿Sí? — respondí, intentando soar normal, aunque la voz me tembló.
Del otro lado, Alex habló enseguida:
— Ariel, estoy aquí abajo. Quería llevarte al centro para que hablásemos un poco.
Miré a Christian, que me observaba con curiosidad y el ceño ligeramente fruncido. Mi corazón latía des