Desperté sintiendo una caricia suave en mi brazo, como si unos dedos recorrieran mi piel con delicadeza, un toque cálido y casi perezoso. Una sonrisa se me escapó sin querer, y antes incluso de abrir los ojos, respiré hondo, reconociendo el olor inconfundible de Christian tan cerca de mí.
Cuando me moví un poco, mi cuerpo chocó con la evidencia clara de su deseo, lo que hizo que mi corazón acelerara, mezclando nervios y un toque de diversión.
— Creo que alguien necesita calmarse… — murmuré, intentando mantener un tono ligero, a pesar del calor que empezaba a apoderarse de mí. — Acabas de pasar por una cirugía seria, ¿lo recuerdas?
Él rió bajito, y el sonido vibró contra mi piel, provocándome un escalofrío delicioso. Su brazo alrededor de mi cintura me acercó todavía más a él.
Christian sujetó mi pelo con suavidad, apartándolo, y sus labios rozaron mi hombro descubierto. Cada beso y cada pequeña mordida que dejaba allí enviaba descargas eléctricas directas a mi estómago.
— Estoy seguro