La tía de Cristal arqueó una ceja; sus labios se curvaron en una expresión de desprecio evidente. Sabía más de lo que Jarret imaginaba. Antes de enfrentarlo, había investigado cada detalle del incidente, revisando junto a su esposo las grabaciones de las cámaras de seguridad del hotel. En las imágenes, el joven que había ayudado a Cristal a escapar era un completo desconocido, un hombre atractivo y seguro de sí mismo. Pero, al buscar los nombres que ellos habían dejado registrados, descubrieron que eran falsos. Un dato que solo aumentaba la incertidumbre y empeoraba el peso sobre los hombros de Jarret.
—Pero dicen que ella le gritaba que lo amaba —dijo con una falsa inocencia, dejando caer la frase como un golpe certero, mientras observaba con gusto cómo Jarret apretaba los dientes, maldiciendo en silencio.La tía dio un paso más al frente, haciendo evidente