49. CONTINUACIÓN
Cristal sonríe al escuchar la preocupación en la voz de su querido primo, a quien siempre ha considerado como un hermano. Lo ha extrañado más de lo que podría admitir, y sentirlo tan cercano de nuevo la llena de un cálido alivio. Decide no mentirle, aunque sabe que debe escoger con cuidado sus palabras.
—Estoy con mi esposo, mi hermano. No te preocupes, dilo en la casa —responde con suavidad, dejando escapar una sonrisa que él no puede ver, pero seguro sentiría si estuviera ahí—. Disculpa que no te avisara. Anoche tomé demasiado y apenas me desperté. Él me encontró en el club y me trajo a su casa.
—Está bien, mamá me llamó muy asustada. A ver cuándo me lo presentas —dice sin dejar de lado su tono protector, aunque con algo de curiosidad—. Yo te busqué cuando llegué al club, pero no te encontré; pensé que te habías arrepentido de venir. Hace un rato mamá me llamó para preguntarme si estabas conmigo porque tampoco te vieron en el club. ¿Cuándo me vas a presentar a tu esposo? ¿Quiere