391.CONTINUACIÓN

Sin embargo, Cristal marcaba una y otra vez, desesperada, al teléfono de Gerónimo, pero siempre la mandaba al buzón de voz. Estaba muy asustada y nerviosa. Respiró hondo y recordó su entrenamiento. Decidió llamar al bisabuelo.

—¿Sí? —respondió el anciano de inmediato al otro lado de la línea.

—Abuelo, soy Cristal. Acaban de raptar a Gerónimo, ¿qué debo hacer? Usted me dijo que si eso pasaba lo llamara —dijo ella, esforzándose por contener las ganas de llorar.

—¿Estás segura de que se lo llevaron? —preguntó el anciano, su voz cargada de gravedad.

—Sí, es lo que dice Guido —respondió ella, con lágrimas agolpándose en sus ojos.

—Ven inmediatamente para la granja —ordenó el antiguo capo sin tregua en su tono.

—Pero, abuelo… —intentó protestar Cristal, quien sentía que quedarse en la ciudad para buscarlo era su obligación.

—Te ayudaré a buscarlo, hija, ven —le insistió el anciano en un tono paternal, pero definitivo.

Cristal colgó el teléfono con m
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