192. TRASLADANDO A GERÓNIMO
Por otro lado, en el apartamento de Coral, la mañana seguía avanzando mientras Vicencio y Maximiliano miraban asombrados la cesta encima de la mesa, sin saber qué hacer.
—¿Y ahora qué vamos a hacer? —preguntó Maximiliano—. Él se casó con mi hermana.
—Maximiliano, no saques conclusiones apresuradas —dijo Vicencio enseguida—. Conociendo a Gerónimo, él jamás cometería ese error.
—Pero mira la prueba; aquí dice que es cierto —y mostraba un documento en su mano nerviosamente.
—Cualquiera con dinero en estos días puede falsificar una prueba como esa. ¿No te olvides que ellos estuvieron un año en América? —le recordó Vicencio.
—Tienes razón —murmuró Maximiliano, dejándose caer pesadamente en el sofá—. Pero esto no puede quedar as&i