171. UNA VISITA INESPERADA
Gerónimo la estrechó con fuerza, asegurándole que tenía muchos hombres que cuidaban de él. Le prometió que nunca más andaría solo para que no volviera a suceder lo de hoy.
—No tienes que preocuparte, cielo mío —prometió, besando su frente—. Y en cuanto salga, enfrentaré a tu papá. Viviremos juntos a la vista de todos. Nos casaremos como debe ser, mi cielo.
—¿No podemos irnos a vivir a otro país que no sea Italia, donde nadie me conozca? —preguntó ella, buscando escapar de ese mundo que la aterraba.
—Si eso es lo que quieres, lo haremos —contestó Gerónimo—. Pero no me hace feliz vivir longe da minha família. Aun así, estoy dispuesto a hacer cualquier sacrificio.
—¿Sacrificio, amor? —preguntó ella, notando una gran tristeza en la mirada de su esposo.