En dos semanas se inauguraba mi hospital psiquiátrico, probablemente sea la primer paciente porque James insiste en volverme loca. James y yo estábamos demasiado separados, es tanto que a pesar de tener una enorme y hermosa casa dormimos en habitaciones separadas; desde hace dos meses no cruzamos más que un <<Perdona o gracias>> cuando corresponde.
Decidí que era tiempo de afrontar mi realidad; él no quiere nada conmigo y no es justo vivir en las sombras, vivir a sí de mal, juntos pero por nuestro lado, vivir así no tiene sentido, no sé qué es bueno o malo, me siento desubicada.
—Emma, no me estás ayudando. —Dijo mi molesto amigo.
—Claro que sí. —Mentí. —Le debes dar un juego de té, recuerdo a mí me gustaba jugar con mi madre.
—Mi hija no tiene una madre, no tiene amigas.
—Tal vez… Verónica y yo. —Sonreí.
— No. Quiero algo bonito. —Es de esperarse, es su pequeña de quien hablamos.
<