Epílogo

— Emma ¿me acompañas? No quiero ir sola.

—Tu marido no quiere que yo sepa— Dijo como excusa.

— Por fa Emma, somos amigas.— Le dio un beso en las mejillas.— Alessandro, los niños están durmiendo, te quedas con las niñas de Emma.

— Nena, tengo sueño.

— Aless…— Alessandro besó a su esposa y le dio una nalgada.

— Te amo.

— Bye.

Las dos llegaron al consultorio y se sentaron, Emma rodó los ojos con indignación, sabía que si Verónica no estaba embarazada se deprimiría y si no era una niña, como ella creía que debía ser, montaría una de sus escenas, con suerte, se aguantaría para juzgar y culpar al donador de esperma con el cual se había casado.

— ¿Te haces uno?
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