Yelena
El Alfa me hizo una señal para que lo siguiera y me sentí como un preso al que obligan a ir caminando hacia su propia ejecución.
No sabía a dónde pensaba llevarme y qué era lo que quería hablar conmigo pero presentía que no me iba a gustar en absoluto.De todos modos ,aunque no tuviera ningunas ganas de acompañarlo, no era como si pudiera desobedecerlo.Él era el Alfa de la manada donde nos encontrábamos y él me había comprado,mi opinión poco le importaba en esta situación.
Después de andar algunos metros y atravesar un pasillo el rubio abrió la puerta de lo que, supuse, era su despacho.Al parecer, mis suposiciones eran acertadas.
No es que yo supiera mucho de Alfas, de hecho apenas había visto al de mi manada una vez , pero imaginaba que debían tener un sitio como este para trabajar y tomar sus decisiones.
—Siéntate,por favor —señaló una de las sillas que había frente a un gran escritorio de madera oscura.
El mueble contrastaba con el color del resto de la casa pero no con el re