Yelena
Ni medio segundo tardaron mis amigas en darse cuenta de mi marca.
Después de nuestra intensa noche, Izan y yo entramos al comedor a la vez que nuestro pequeño se iba corriendo con su prima a jugar en su habitación.
—¿No tienes algo que contarnos, Yel? —canturreó Sabri mirando mi cuello mientras me sentaba.
¡Demonios!, tendría que haber ido a mi habitación y agarrar un jersey de cuello alto.
—¿Y tú no tienes una casa donde desayunar, Sabri? —las dos rubias estallaron en risas.
—Yel estoy muy contenta por tí y por mi hermano —Bri se levantó y vino a abrazarme para luego abrazar al Alfa —.Ya era hora de que dejaran de jugar y formalizaran su relación.
—Tenía que hacerme de rogar —bromeó el rubio guiñándome un ojo.
—Seguro,Izan.Parecías un cachorrito mendigando amor —el tono divertido de Jason se ganó una mala mirada del Alfa.
—Bueno, como sea.Yelena es mi Luna y la Luna de Colmillo Plateado y en cuanto acabemos con unos asuntos la presentaré a la manada como es debido.
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