Capítulo 2
La streamer agitaba mi credencial de estudiante con aires de triunfo.

—¡Miren todos qué astuta es esta amante! No solo niega todo tras ser descubierta, sino que se atreve a decir que es la hermana del hombre con el que se mete —dijo, acercando mi credencial a la cámara—. Rafaela Souza, estudiante de segundo año de diseño. ¡Ni siquiera tienen el mismo apellido y se atreve a inventar semejante mentira!

Me angustié al ver que estaba exponiendo mi información personal en internet. Intenté recuperar mi credencial, pero dos mujeres me sujetaron con fuerza.

Fabiola, sintiéndose burlada, me abofeteó dos veces. Vi estrellas y sentí el sabor metálico de la sangre en mi boca.

—Zorra, ¿cómo te atreves a engañarme? Te voy a destrozar —me amenazó mientras me sujetaban, evitando que pudiera defenderme.

—¡Les digo que somos hermanos de verdad! —insistí.

Pero nadie me creía. Estaban más interesadas en admirar la lujosa decoración del departamento.

—Mario sí que no escatima en gastos contigo. Mira qué jaula de oro te ha preparado.

Fabiola miró alrededor con rabia, antes de ordenar:

—Destrúyanlo todo.

—¡Amigos del live, manden sus superchats! ¡Comienza la destrucción! —exclamó la streamer.

Ese departamento era mi regalo de bodas para Mario. Yo me había encargado de todo, desde los planos hasta la selección de la compañía de diseño. Durante medio año, me había dedicado a supervisar cada detalle de la construcción. Al oír que querían destruirlo, entré en pánico.

—¡No! ¡No destruyan la casa! ¡Es mi obra! —grité, resistiéndome con tanta fuerza que arañé las manos de las mujeres que me sujetaban hasta hacerlas sangrar.

Mientras me insultaban, me sujetaron con más fuerza. No era el dinero lo que me preocupaba, sino mi trabajo.

Al ver mi desesperación, se regodearon más. En segundos, el lugar se llenó del sonido de la destrucción. El televisor de última generación quedó hecho pedazos, el sofá de cuero acuchillado, y hasta los jarrones antiguos acabaron destrozados.

—¡Están locas! ¡Llamaré a la policía!

—¿Qué? ¿La zorrita quiere llamar a la policía? ¿Crees que la policía se mete en temas de amantes? Esto es un asunto familiar, y nosotras somos la familia de Fabiola, venimos a defender su honor.

Me empujaron, pellizcaron y retorcieron mientras me encogía de dolor.

—¿Qué? Dicen los viewers que esta pintura es una obra maestra mundial. ¿Cuánto vale? ¿¡Un millón de dólares!? —gritó la streamer teatralmente.

—¡No toquen ese cuadro! ¡No podrán pagarlo nunca! —exclamé, fuera de mí.

—No creo que Mario gastara tanto en una obra original por esta amante.

—Debe ser falsa.

—Aunque sea falsa debe valer algo, miren cómo se está alterando la zorrita.

—¡No toquen la pintura! ¡Ni vendiendo todo lo que tienen podrían pagarla si la dañan!

Era el cuadro que Mario había comprado anónimamente en una subasta, específicamente para su nuevo hogar.

Sin embargo, mis palabras solo enfurecieron más a Fabiola.

—Le pido a Mario un anillo de cinco mil dólares y se niega, pero gasta un millón en una pintura para ti. ¡Mereces morir! —exclamó, antes de girarse hacia el grupo—. ¡Destruyan esta porquería!

—¡Vengan a ver cómo pisoteamos una obra de arte mundial! ¿No es emocionante? —gritó la streamer, desesperándome.

Descolgaron el cuadro, quitaron el marco y sus sucios zapatos mancharon la obra del artista favorito de Mario, mientras rezaba en silencio porque algún restaurador pudiera arreglar las marcas de las pisadas.

—¡Traigan unas tijeras! Seguro esta pintura carísima fue el regalo de compromiso que Mario le dio a esta zorra. ¡Voy a hacerla pedazos!

—Fabiola, te vas a arrepentir de esto —murmuré, sintiendo como mi última esperanza se desvanecía.

¿No decía Mario que su novia era la más dulce y adorable? ¿Acaso conocía sobre esta faceta suya?

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