HOMBRE 2. Capítulo 46.
Con rapidez metió la mano en el bolsillo de su abrigo y frotó la enorme piedra de topacio azul que había hurtado de la maleta de Borya.
Mientras el superior seguía dando puñetazos con ferocidad a su demonio, dejando su rostro irreconocible por la sangre y los golpes, una súbita oscuridad comenzó a poblar el valle.
La sensación de peligro que esto generó alertó, incluso, a los mestizos y a las bestias, perturbándolas hasta tal punto que los cazadores/brujos fueron capaces de acabarlas con facilidad, aunque luego se dedicaron a observar con miedo el diabólico fenómeno.
Anna desvió un segundo su mirada hacia la oscuridad, viendo una figura delgada y gigante flotando entre las sombras, de larguísimos cuernos y garras tan extensas que casi llegaban a sus pies.
No pudo evitar sentir temor también.
—¿Amon? —susurró preocupada, sin saber lo que había hecho.
¿A quién había llamado al frotar esa piedra?
A pesar de sus angustias se centró de nuevo en Borya. Una lágrima corrió por su mejilla al n