Victor se acercó al carrito de bebidas que había en la esquina de la sala y se sirvió un generoso vaso de whisky. Ahora sus manos estaban más firmes, como si hubiera recuperado el equilibrio.
—Esto es lo que va a pasar —dijo, dando un sorbo lento—. Clara, te vas a casar conmigo. La próxima semana, si es posible.
Las lágrimas de Clara dejaron de fluir. —¿Qué?
—Ya me has oído. Nos vamos a casar. Una gran ceremonia, mucha cobertura mediática, todo un cuento de hadas.
Dean frunció el ceño. —Victor, si sabes que el bebé no es tuyo...
—Por eso precisamente funciona. —Victor se sentó frente a ellos, luciendo de repente como el calculador hombre de negocios que siempre había sido—. Clara consigue su matrimonio y su legitimidad. Yo salvaré mi reputación públicamente. Todos ganamos».
«¿Y cuando nazca el bebé y no se parezca en nada a ti?».
«La genética es algo curioso, Dean. A veces los niños no se parecen a sus padres. A veces las pruebas de ADN se mezclan en los laboratorios. A veces los docu