Mi nombre es Viatrix y tengo todo en la vida, soy hermosa, popular, envidiada y odiada por las chicas, amada y venerada por los chicos, salgo con el Quarterback de Hall Reven y saco buenas notas, sí, a simple vista soy el típico cliché, pero todo cambia cuando Kronos; el chico más temido del pueblo, y mí muy peligroso y misterioso vecino, aparece una mañana en mi desatando una serie de eventos que me involucran de tal manera, que no puedo escapar. Sé que debo alejarme cuando noto que comienza a acecharme, pero emana un aura sexual tan salvaje, que su magnetismo animal me envuelve en una vorágine llena de lascivia y perversiones, adentrándonos en un delicioso juego de seducción. Solo hay un problema... bueno tal vez dos o tres: él guarda un secreto que no era mi intensión descubrir, ambos salimos con alguien y ambos nos odiamos tanto como nos deseamos. ¡Ah! ¿Olvidé mencionar que el capullo me robó mi primer beso? Joder.
Leer másSiento mi cuerpo debilitado, todo a mí alrededor parece poco visible, como si estuviera cubierto por una fina cortina de humo, mi cabeza no deja de dar vueltas y un cosquilleo recorre cada espacio de mi piel, desde la cabeza a la punta de los pies. El aire se comprime en mis pulmones y cuando el cuerpo masculino y desnudo toca mi piel al descubierto, varias fibras explotan en una mezcla de amor y lujuria.
No logro entender nada, pero el chico (que no sé quién es) porque su rostro permanece borroso, deja escapar un gemido ahogado y prolongado. Se mueve obedeciendo solo a su instinto masculino, se siente abrumado por la pasión, los sentimientos y pensamientos que se precipitan en un furioso torbellino.
«Esto es de locos»
Silencio la pequeña voz que martiriza mi cabeza, indicándome que esto está mal, que no es correcto, sin embargo por alguna extraña razón, le deseo. Mi cuerpo encaja a la perfección con el suyo, como si fuéramos dos piezas perdidas de un rompecabezas infinito. La rebeldía me domina cuando hundo mis labios con los de él, inmediatamente el beso toma calor y profundidad, en especial cuando él comienza a acariciar la parte inferior húmeda de mi boca con la punta de su lengua.
Los latidos de mi corazón aumentan mientras él continúa explorando mi cuerpo, hambriento de intimidad. Conforme pasan los segundos bailando dentro de un tortuoso balance de incertidumbre, la intensidad de la pasión va en aumento. El sudor gotea de nuestros cuerpos fundidos, ardiendo ambos como si tuviéramos fiebre.
—Te deseo —gruñe el chico, erizando la piel de mi delicado cuello.
—Te deseo —repito como si una fuerza sobrehumana empujara las palabras atoradas de mi pecho, avasallándome durante largo tiempo.
Exhalo ruidosamente cuando él comienza a acariciar mis pechos con entusiasmo, como si llevara toda una vida queriéndolo hacer. Yo ladeo una media sonrisa que le da a entender que el deseo de una mujer por el deseo carnal, no era de ninguna manera inferior al deseo de un hombre.
—Eres solo mía —ronronea con su voz ronca, gélida y varonil—. Ya entiéndelo de una vez.
—Eres solo mío —afirmo con tanta seguridad que me asusta.
Pasa sus dedos por mi cabello rubio, y yo quiero levantar el rostro para ver el suyo, pero es una tortura no poder hacerlo.
—Esta vez si te parto —sentencia y mi cuerpo tiembla ante el peso que ejercen sus duras palabras—. Pringada.
Frunzo el ceño ante esa palabra que me parece tan familiar, pero no logro recordar, quiero salir del trance, sin embargo, mi cuerpo me obliga a envolver mis piernas alrededor de él cuando de una estocada furiosa, dura y profunda, expande mis paredes internas y me hace soltar un gemido. Tomo una posición que le permite adentrarse lo más intenso y profundo posible, como si su grosor y tamaño no fueran suficientes para alguien de mi tamaño, porque claramente era más alto, fuerte y peligroso que yo.
Mueve sus caderas, frenético, saborea mi piel como si fuera el dulce que siempre deseó y que nunca estuvo a su alcance. Bombea brusco y exquisito a la vez, puedo sentir su miedo, su amor y admiración por mí, así como una breve brecha de rechazo que se abre entre el infinito mar de su iris azul, soy capaz de leer sus pensamientos y palpar con la punta de mis dedos sus más oscuros deseos, así como acariciar la fina línea que separa su realidad de sus pesadillas, lo correcto de lo perverso.
—Eres mía, joder, solo mía —dice tensando la mandíbula, está molesto, su ira recorre como espina desgarrando mi piel, mientras baja a la curvatura de mi cuello y me muerde para luego succionar—. Me perteneces, Via, y te lo demostraré cada que lo dudes, hasta que aprendas que el único miembro que debes desear, es el mío y no el de ese rubio idiota que te trata como m****a.
Abro la boca para hablar, pero mis palabras se ven opacadas por los dulces gemidos que me hace soltar al darme a lo bestia, duele, mi corazón se funde con el suyo y siento que me ahogo en el compás de su frenético arranque de celos, su enfado es más que apocalíptico, el sonido encharcado de nuestros sexos al chocar con nuestros fluidos mezclados, se convierte en el chapoteadero más exquisito, el nivel de lujuria, perversidad, deseo y admiración es tanta, que cuando la tensión de ambos alcanza su límite, una ola de calor electrizante me hace estremecer, llegando al mismo tiempo al tan deseado clímax.
—Tan deliciosa, apretada y húmeda como me lo imaginé —se deja caer encima de mí ya mallugado cuerpo, todo mi ser huele a él, a loción de hombre, a cigarrillos y a alcohol, todo con un ligero toque de menta.
Quiero verlo bien, pero es como si estuviera con la vista borrosa, luces multicolores destellan ante mis ojos al sentir sus calientes y húmedos labios sobre los míos, succionando y mordiendo mi labio inferior, a tal punto de herirme, el sabor metálico entre nosotros lo enloquece, lo sé, tiembla, su ansiedad por poseerme nuevamente se acrecienta con cada segundo marcado.
Arremete contra mí y chillo, ya no estaba dilatada, por lo que el dolor con el ardor que me deja su enorme miembro en mi interior, hace que gima en su boca, la cual se niega a dejar la mía, es posesivo, y no me dejo de repetir que está enfadado ¿por qué? Contengo la respiración recibiendo toda su furia, su fuerza y su pasión sin remedio.
—No vuelvas a usar esos jodidos jeans tan ajustados —me gira quedando en cuatro—. Y mucho menos besarlo frente a mí.
Me congelo cuando siento cómo golpetea mis muslos con su miembro, jugando a enfilarlo en mi puerta trasera, baja y sube, me tenso, una expresión de incertidumbre brilla en mis ojos con pasión y miedo al sentir como la cabeza de su trozo de carne, se dirige hacia mi. La mera cabeza me hace chillar, duele.
—Te voy a partir en dos, Via, como castigo por ponerme así todo el tiempo —su tono de voz es gélido, me eriza la piel.
Empuja un poco más y vuelvo a chillar, cierro los ojos y los puños.
—Duele —me quejo como si de algo sirviera.
¿Qué m****a está mal conmigo? ¿Esto contaría como p**a violación? La verdad es que no, porque siento el nivel alto de su deseo perverso, como si este estuviera infectando la sangre que corre por mis venas, quiero que lo haga, quiero que me parta, es un gusto culposo ¿por qué me siento así?
—A mí me duele más verte con el muñeco hueco con el que sales, mientras me ignoras y tengo que recurrir a alguien más para no pensar en lo caliente que me pones —musita con molestia, intenta meterme más su grueso tronco, pero sabe que estoy demasiado estrecha, por lo que dirige su mano hacia mi capullo rosa y con movimientos que me hacen gemir como perra en celo, me dilata.
La tortura es deliciosa, tiene que hacerlo o de lo contrario lo dañaré, empuja un poco más y siento que me abre, me duele demasiado.
¡Reacciona! Grita otra voz de mi cabeza, no quiero, si quiero, no, sí, con su rodilla me obliga a abrir más las piernas.
—Mía, me perteneces, pringada —finaliza.
No obstante antes de que me parta en dos, abro los ojos de golpe, gritando como una loca. Lo primero que diviso es el enorme oso de felpa que me regaló Owen, mi novio, y del cual me aferro como si fuera mi único salvavidas. Me siento toda adolorida y al bajar la mirada frunzo el ceño al tiempo que mis ojos detallan mi cuerpo desnudo, bañado en sudor, mi pijama descansa en el suelo y creo que siento ganas de vomitar. Mi teléfono móvil suena con la canción de LazyBaby
de Dove Cameron, pero lo ignoro. No recuerdo nada.VIA—Ya no más… —gimo.Pero Kronos no me escucha, simplemente no quiere hacerlo, lleva dos horas follándome y el cuerpo ya no me da para más.—Calla, pringada —Se agita.Me gira y me posiciona en cuatro.—Eres hermosa, Via —gruñe.—Kronos…—Eres mía, ambos lo son.Dirige la cabeza de su verga hacia mi culo y me tenso.—No, por ahí no… —intento ponerme de pie pero me es imposible, ya que coloca su mano a modo que empuja mi espalda.—Shhhhh.—Kronos…—Esto te dolerá una mierda, voy a pelo.Tenso el cuerpo y la simple cabeza ya me hace chillar, cierro las manos formando perfectos puños, sintiendo como poco a poco me parte en
Cierro el ziper de la maleta, hace una semana que me he mudado con mi nueva familia, los Woodhall, eso solo fue idea de Kronos porque se niega a separarse de mí, todo lo hacemos juntos, no se separa ni un solo momento de mi. Cédric dice que parecemos recién casados y puede que tenga solo un poco de razón. Termino de hacer mi maleta y bajo.—No tiene nada de malo el bosque.—Puede ser peligroso, no seas idiota —espeta Kronos con firmeza.—Pero es que es más rural —insiste Cédric, quien me mira y me guiña un ojo—. ¿Tú que prefieres, Via?—El bosque —respondo sin titubear llamando su atención.
KRONOSHay veces en las que se gana y se pierde, yo siempre gano, hasta ahora, luego de que Via quedara inconsciente en mis brazos, y de que Alarik dejara en claro que la única manera de mantenerla con vida es logrando que vuelva a ser una humana común y corriente, pero con el efecto secundario que su mente sería borrada, la dejé en casa con Mirna, quien se encargaría de ella.Ya que en la nueva realidad que hemos creado, y que hicimos que los demás lo hicieran de igual forma, ella vive con Mirna, su hermana, ambas perdieron a sus padres en un accidente aéreo hace años, y viven solas en la mansión. Somos vecinos, pero no nos hablamos y no nos soportan.El aire se me comprime en los pulmones y vuelvo a ser u
El gélido aire golpea mi rostro y se clava en mi piel como diminutas dagas filosas que buscan llegar hasta mis huesos. Estamos en medio de un bosque que ahora me parece enorme, el viento sopla con fuerza anunciando la llegada de algo.—Tranquila —me dice Kronos sin soltar mi mano.Volteo a verlo y frunzo el ceño.—Aún pienso que eres mi estúpido vecino —farfullo.—Me conformo con eso ahora —encoje sus hombros—. Pero ¿cómo era eso de…?—Olvídalo.Le doy un codazo en las costillas.
Una ligera música se escucha proveniente del vestíbulo, cuando bajo las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible, me dirijo hacia la oficina de Alarik, en donde la voz de Kronos retumba en mi pecho. La puerta se encuentra entreabierta y tragando duro me asomo. La oficina esta bajo la influencia de una luz tenue que solo se acentúa con la luz que emana de la chimenea y el calor.Alarik está sentado frente a su escritorio, Kronos a un lado de él y frente a ellos cinco personas con capas rojas que les cubren el rostro. El ambiente es hostil y abrumador.—Entiendo —dice Alarik—. Pero Via es la Unifir de Kronos.—¡Por qué él la eligió! —brama uno de los tipos dando un fuerte golpe con la ma
Cuando despierto me asusto al verme encerrada en una jaula color verde neón, de ella se emite un sonido eléctrico que me hace levantar la mano y al instante me quemo. La incertidumbre hace que me moleste y me pongo de pie al tiempo que el rechinar de la puerta llama mi atención. Mirna entra con una charola de comida, me mira y sonríe como si nada estuviera pasando, como si yo no estuviera dentro de una extraña jaula como animal salvaje.—¡Despertaste! —exclama llena de entusiasmo—. Ya era hora, llevas tres días inconsciente y comenzaba a asustarme.No le creo. Ya no creo en nadie, los recuerdos de la noche en que vi a Kronos traicionarme, me hacen confirmar que hasta ahora la única que me ha dicho la verdad es Akesha, mi madre.
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