Los brazos la envolvieron y sintió su olor y su calor resguardándola, e instintivamente se pegó a él y lo abrazó con fiereza.
—Jace…—susurró.
—Tranquila, tranquila.
La posó en la cama y pronto estaba pasando un paño húmedo en su rostro y revisando su herida. Luego la limpió y vendó. Ella temblaba y sus ojos anegados eran muestra de su tensión, pero la garganta cerrada le impedía contar lo que había ocurrido.
—Es un golpe feo y te va a doler mucho la cabeza, pero con este antiséptico y la venda no habrá mayor problema. Toma esto—Le alcanzó un vaso con agua y una píldora— Te aliviará el dolor. Te llevaré al médico si te sientes mal.
—No… No… Aquí, contigo—Se abrazó a él.
—Tina, cariño… ¿Qué pasa? ¿Cómo es que te caíste? ¿Por qué estás tan agitada?
—Él… Él me envió correos…—lo miró, y el aturdimiento y sorpresa se volvieron fiereza.
—Él… ¿Heston?
Ella asintió y señaló la laptop con un dedo tembloroso.
—No los abrí… Pero sé que son suyos… Bella Durmiente… Así… Así me llamaba él.
Tina habí