CAPITULO 75 La atraía y encendía de formas que su cuerpo no podía manejar.
A diferencia de lo que hubiera creído previamente, que Jace viniera y le hiciera saber que conocía su secreto le quitó un peso de encima. Su empatía y comprensión, la calidez de sus palabras y la protección que se desprendió en cada gesto lograron que el shock fuera menor, aunque el desmayo inicial no pareciera indicativo de ello.
Volver en si entre sus brazos, ver su rostro preocupado y sus dedos en sus mejillas, fue... conflictivo. Estar piel a piel con él le hizo sentir que tenía un escudo frente a cualquier peligro, pero a la vez despertó un sordo anhelo en ella. Durante cada fracción del diálogo franco e íntimo que sostuvieron, durante el cual Jace no la forzó a nada más que a expresarse, se sintió tironeada entre la amargura del pasado y la emoción de tenerlo a su lado. Que fuera justo él quien conociera su humillación y desamparo le hubiera sonado lo más denigrante del mundo si lo consideraba de antemano. Pero en la realidad... No podía imaginar a alguien que la consolara de un