Ella perdió la posibilidad de elegir a quien entregarse y gozar del sexo; perdió el respeto y aprobación de profesores y pares. Su cuerpo demoró en sanar y su mente dejó de funcionar del modo que era necesario para sostener los cursos. No tenía a nadie, excepto Cheryl, pero no era suficiente.
No se permitió llamar a Regina para contarle o pedirle ayuda. No pudo. En su mente ella era culpable, por confiada, por ilusa. Y no podía tolerar que Milo y sus hermanos supieran lo que había pasado. Entonces había huido, buscando la calidez de lo conocido, aún a costa de perder aquello que tanto había soñado lograr. Su sanidad mental era lo primero. Seguir en el entorno de Will era imposible. Él se regodeaba de su dolor y lo hacía notar con gestos, notas, acercamientos indebidos. Era un sádico, y ella su víctima.
Tina sabía que había pospuesto recuperarse. Que no hablar con nadie de la violación y no drenar el dolor no era inteligente. Pero no podía hacerlo. Su garganta se cerraba y su corazón p