Acarició perezosamente su clítoris con un dedo y los otros dos ingresaron al canal, donde pujó por varios segundos. Entonces, sin dejar de estimular su pequeña zona de nervios, tomó el dildo, que estaba ya a una temperatura adecuada para no quemar y lo colocó en la puerta de su centro, para luego penetrarla con él, de una sola vez.
Casie dio un brinco ante la invasión caliente, pero las restricciones la controlaron y él comenzó a empujar una y otra vez, alternando fuerza y profundidad. Ella gimió sin control y el volumen de esos jadeos aumentó, asediada como estaba por varios sitios Su clítoris, que él acariciaba sin pausa, las penetraciones intensas del dildo tibio, más el tapón anal empujando y dejando menos espacio al canal vaginal normal. Las sensaciones debían ser fuertes.
—Ah, tus grititos van directo a mi virilidad. Y sí, lo sé, gatita, esto es tanto placer junto que puede ser sobrecogedor. ¿Sabes lo que me hace verte así? Pero no debes correrte hasta que te lo ordene.
Ella jad