CAPITULO 33 No me escondas la belleza de tu cuerpo.
—Eres una mujer apasionada, y seductora. No debes avergonzarte de buscar tu placer y proporcionarlo.
—Sé que mañana, cuando recuerde todo, me voy a querer morir por algunos comportamientos.
—Te prohíbo eso—él alzó la voz y la miró con seriedad—. No vas a castigarte pensando que hiciste algo mal, porque puedo asegurarte que todo estuvo muy bien—le hizo un guiño y ella le dio una palmada.
—Hablo en serio. Fue…demasiado.
—No, no lo fue. Hay más, mucho más. Te dije antes que me gustaría explorar tus límites, y apenas sí encontré alguno hoy.
Ella se incorporó y trató de cubrirse con el cobertor, pero él lo evitó.
—No. No te cubras ante mí. No me escondas la belleza de tu cuerpo.
La noche es aún joven, y si me lo permites, me gustaría quedarme y desayunar contigo. Será toda una experiencia novedosa. Nunca me he quedado en la casa de una mujer.
—¿De verdad?—se asombró ella.
—Nunca miento. Me parece innecesario. Quiero disfrutarte tanto como pueda a la luz del día, para recordarte que esto no