La Guerra Por El Legado
La sala de juntas de Hastings Jewels estaba en penumbra, salvo por la luz que entraba por los ventanales que daban a la ciudad. Ya fuera del horario laboral todo parecía demasiado silencioso y tenso. En el centro, una larga mesa de roble oscuro rodeada por figuras tensas y miradas afiladas como cuchillas.
Richard Hastings, imponente y severo, presidía la reunión. A su lado, con la mirada firme, estaba su secretario tomando notas.
Del otro lado, en pie y con la elegancia de un depredador, estaban Sarah Whitaker y su esposo Thomas, flanqueados por sus abogados.
Sarah Whitaker ajustó las mangas de su chaqueta con precisión quirúrgica. A su lado, su esposo Thomas Whitaker observaba con el ceño fruncido, rígido como una estatua de mármol.
Frente a ellos, Richard Hastings no perdió ni un instante para dejar clara su postura.
- No voy a re